2010/07/02

CEO de General Electric ventila su frustración con China

Por Geoff Dyer y Guy Dinmore



Las señales de que el mundo empresarial se está desilusionando de China han sido abundantes en los últimos meses, pero ninguna resulta más reveladora que las declaraciones de Jeffrey Immelt, CEO de General Electric.

El ejecutivo dijo en una cena con industriales italianos el miércoles que le preocupa el modo en que Beijing está tratando a las empresas extranjeras.

"No estoy seguro de que a la larga quieran que alguno de nosotros gane o tenga éxito", dijo el hombre que dirige la empresa manufacturera más grande del mundo.

Los comentarios son una de las primeras manifestaciones públicas de lo que muchos ejecutivos han estado diciendo en privado en los seis últimos meses: que están siendo sacados gradualmente del mercado chino a medida que las empresas locales reciben un guiño de las autoridades.

Tal percepción está lejos de ser universal. Muchos grupos foráneos venden productos de consumo, de autos a bebidas, en China, y no pueden producir bienes con suficiente rapidez como para satisfacer la demanda a medida que la prosperidad se extiende por el país.

Pero las empresas cuyos grandes clientes son alguna rama del estado chino y que enfrentan a rivales locales competentes se quejan con cada vez más frecuencia.

Las organizaciones de compañías extranjeras han sido inusualmente ruidosas respecto de lo que califican como un proteccionismo local creciente. "Después de 30 años de progresivas reformas de mercado, muchas empresas extranjeras en el país sienten que chocaron contra una barrera inesperada e inexpugnable", dijo Joerg Wuttke, ex director de la Cámara Europea de Comercio en Financial Times en abril.

La Cámara Americana de Comercio en Beijing ha hecho declaraciones similares, mientras que un nuevo sondeo entre empresas europeas difundido esta semana por la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China mostró que casi la mitad espera tener aún más problemas con los reguladores durante los próximos dos años.

El vuelco en la atmósfera tiene raíces complicadas. Algunos culpan a las normas del gobierno sobre transferencias tecnológicas que hace tiempo están en marcha pero que ahora empiezan a notarse. Otros dicen que el cambio refleja un clima político post crisis donde el estado chino se siente envalentonado.

El gobierno chino ha tratado de responder a algunas de las preocupaciones. El primer ministro Wen Jiabao se reunió con una delegación de compañías europeas en abril, lo que condujo a la modificación de algunas normas discutidas de compras públicas.

Pero las críticas de Immelt son simbólicas, dado que GE por años ha sido un ruidoso defensor del potencial del mercado chino y hasta ha presumido de la estrategia de alianzas que puso en marcha en el país.

"No creo que nadie haya jugado China mejor que GE", dijo Immelt a fines del año pasado. En un discurso en West Point en diciembre, Immelt fue todo halagos para la planificación industrial de China. "Hacen exactamente lo que dicen que harán", dijo de los líderes chinos. "Es probable que sean la mayor economía del mundo algún día. Estos tipos son buenos".

GE ha hecho lo imposible en China para ser considerado un ciudadano corporativo modelo, estableciendo un centro de investigación global en Shangai y patrocinando los Juegos Olímpicos en Beijing. Pero la empresa compite por negocios en algunas de las áreas más controvertidas de las compras públicas.

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