Jorge Martínez Busch
Director Instituto de Estudios del Pacífico y del Índico
El Fondo Monetario Internacional publicó un interesante análisis sobre el aporte que hace la región del Asia Pacífico y del Índico al PIB mundial. Los datos ahí presentados permiten sacar conclusiones para diseñar la estrategia política y económica de Chile en la segunda década de este siglo.
El impacto de las tres principales economías de Asia; China, Japón e India, en el crecimiento global durante la próxima década es impresionante, superando al de EE.UU. Mientras que esta última economía aportaría 18,28% del PIB, las tres principales economías asiáticas representarían 28,72% del crecimiento. En el mismo período, el resto de las economías mundiales sumadas aportaría 50% del PIB, menos del doble que estos gigantes, de los cuales dos se encuentran en un franco proceso emergente, como es el caso de China e India.
Esto es una muestra evidente de que la balanza de los intereses generales del mundo se inclina definitivamente hacia estas economías y, lo que es más, hacia esa región. Japón, que conoce muy bien su entorno, se expande por la vía de exportar capitales hacia los países vecinos. Este cambio en el peso de estas economías trae también un cambio en la balanza del peso político, encaminándonos definitivamente hacia una "asiatización" de la política mundial, con una mayor ingerencia en los asuntos mundiales, que se dará a la manera de esas culturas. En ella primarán sus intereses ante el enorme peso demográfico de sus poblaciones para buscar la estabilidad interna que necesitan sus gobernantes para realizar las transformaciones políticas, estratégicas, sociales y económicas.
Tiempo perdido
Este proceso se está realizando con una visión estratégica de largo plazo. El tiempo y no la prisa, es una característica de la cultura asiática. Ahora, el peso en los asuntos mundiales se grafica en la sorprendente red de acuerdos entre Asia y Europa, entre China y el Asia Central y en la voluntad de la Asean de concretar una zona de libre comercio en el Sudeste Asiático.
India está tomando con fuerza el control en el Índico, contrarrestando a Pakistán, envuelto en un creciente caos político por la acción de la resistencia afgana.
Si el cuadro es atrayente para esa región, no lo es para nuestra América del Sur. El estudio muestra que el aporte de Chile en los últimos diez años aumentó sólo una décima porcentual, de 0,34% del PIB mundial en 2000 a 0,35% en 2010, esperándose que para 2015 llegue a 0,36%. En el mismo período Perú pasó de 0,30% a 0,37% en 2010 y se espera que en 2015 alcance a 0,39%. La pregunta es ¿cuál es la razón de este pobre crecimiento? La visión estratégica del proceso de desarrollo es la clave: una política de Estado basada en el abandono de las ideologías para definir las metas, una completa modernización del Estado, pragmática y realista, un fuerte fomento a las exportaciones no mineras, una política exterior centrada en Asia y un enérgico proceso de motivación de las personas para emprender y correr riesgos para ir al Asia y penetrar su cultura. Ahí está nuestro mercado y nuestro espacio político más dinámico, y no en la vecindad que se ahoga en ideologías y en la envidia.
Las relaciones exteriores son un reflejo de la conducción de la política interna. La cifra tan pobre que muestra el estudio del FMI es un indicativo claro de que nos hemos estancado mientras que el mundo sigue avanzando. Hemos perdido un tiempo precioso al adoptar la cómoda posición de vivir, como Estado, a costa de la minería. Sin abandonar esta área de la economía, ya es hora de dejar de ser cómodos y fomentar otros rubros aunque nos cueste más trabajo.
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