2007/09/01

La cuna del imperatore del Cile


Visitamos Bondeno, el pequeño poblado italiano donde nació y vivió Anacleto Angelini, el hombre más rico de Chile, que murió esta semana.



La cuna del empresario: Aquí nació Angelini. Bondeno es una comuna rural de casi 15 mil habitantes, situada en la provincia de Ferrara, a 110 kilómetros de Venecia y de Verona. La atraviesan tres grandes cursos de agua: los ríos Po y Panaro, y el Cabo Napoleónico. Los habitantes del pueblo dicen no saber cuántas veces volvió el empresario a su tierra. ¿Qué queda hoy de la cuna de Angelini? Al igual que varios otros pueblos de Ferrara, Bondeno depende de la agricultura y, por eso, hoy no pasa por un buen momento.


La fuerte competencia de los productores de Europa del Este ha llevado a la quiebra a muchos agricultores, aumentando la tasa de desempleo. El asesor económico de la Municipalidad de Ferrara, Aldo Modonesi, explica que en los últimos años han cerrado 14 de los 19 grandes almacenes de azúcar que existían en Italia, y tres estaban en su provincia. "La plantación de remolacha está prácticamente muerta en Italia", remata Modonesi, quien asegura que, por esta razón, Ferrara está intentando convertirse en un gran foco turístico. Para ello cuenta con un par de puntos atractivos: el castillo renacentista Estense y la Catedral, levantada a partir del siglo XII.


Visitamos Bondeno, el pequeño poblado italiano donde nació y vivió Anacleto Angelini, el hombre más rico de Chile, que murió esta semana.


Aquí vivió el hermano que se quedó en Italia: En un sencillo departamento vivió casi toda la vida Arturo (en la foto), el hermano que a diferencia de Gino optó por seguir viviendo en Italia. Cuando Anacleto visitaba la zona, alojaba en este lugar junto a su mujer. Hoy la vivienda está siendo remodelada.


Giuseppe Fabbri es un campesino de 62 años que vive en Bondeno, un pueblo del noreste de Italia, tan apacible que hasta la farmacia de turno y la comisaría cierran sagradamente los fines de semana.


Siguiendo la tradición impuesta por varias generaciones de abuelos, padres y tíos, Giuseppe abandonó tempranamente los estudios escolares para dedicarse a la recolección y el comercio de productos agrícolas. Tiene una anticuada balanza mecánica de cinco kilos con la que pesa y vende sus cereales a granel, especialmente arroz. Se expresa con timidez y dificultad. Viste ropa muy sencilla y calza un par de ojotas gastadas, incapaces de ocultar los dedos más grandes de sus pies.


Fabbri vive en la hacienda Matazzina. La casa de dos niveles fue construida en 1910. Es de barro y necesita con urgencia una restauración completa. Sus ventanas están tapiadas y la fachada requiere generosas capas de estuco y de pintura. En el patio trasero se oxidan al sol utensilios y máquinas agrarias en desuso, quién sabe desde cuándo. La escasa hierba crece y se seca descontroladamente.


Nadie creería que en esta misma propiedad se crió el hombre más rico de Chile y uno de los más pudientes de Latinoamérica: Anacleto Angelini Fabbri, el mayor accionista de Copec, Celulosa Arauco y AntarChile, que apiló una fortuna personal valorada en más de US$ 6.000 millones, según la última clasificación de la revista norteamericana Forbes.


Las casas de Anacleto


Bondeno es una comuna rural de casi 15 mil habitantes situada en la provincia de Ferrara, a 110 kilómetros de Venecia y de Verona. La atraviesan tres grandes cursos de agua: los ríos Po y Panaro, y el Cabo Napoleónico, un canal construido por el ex emperador francés para regar los cultivos. Giuseppe Fabbri es sobrino-nieto de Anacleto Angelini y vive en el barrio Stellata. "En esta casa llegaron a convivir 51 descendientes de mi abuelo Enrico Fabbri", cuenta, mientras fija la vista en la hacienda Matazzina.


En la década de los veinte, aquí se instalaron Giuseppe Angelini y Adalgisa Fabbri junto a sus pequeños hijos Anacleto, Gino y Arturo.


A pocos minutos de distancia de Matazzina se sitúa la hacienda de Carlo Fabbri, el otro sobrino-nieto de Anacleto Angelini. Tiene 77 años, está casado con Gaspri Romana y tiene un hijo de 47 años, que vive con ellos.
Carlo también es labrador, también abandonó el colegio apenas aprendió a leer y escribir, y también se dedica a la producción y el comercio de cereales y hortalizas, como maíz y remolacha. Usa una pagglietta -el típico sombrero de paja- para protegerse del sol. Tiene una casa de adobe de más de 400 metros cuadrados, en la que Anacleto Angelini pasó algunas temporadas cuando era pequeño, pues los Fabbri debían trasladarse continuamente de una finca a otra por las constantes crecidas del río Po.


"Todos los que vivían con mi nono Enrico tenían que mudarse constantemente y pasar de la hacienda Matazzina a mi casa, y viceversa", recuerda Carlo. "Cuando el Po se desbordaba, el agua lo tapaba todo, y había que movilizarse en bote y con grandes bastones, como los gondoleros".


El río Po, que cruza transversalmente el norte de Italia, se rebeló con violencia hasta que fue debidamente canalizado. En una ocasión, Bondeno quedó bajo cuatro metros de agua. Eran tiempos difíciles para los Angelini Fabbri: días de mucho trabajo en el campo a pleno sol que curtían la piel y el espíritu, jornadas enteras de venta en los mercados para conocer todos los gajes del comercio y del regateo, períodos atravesados por grandes guerras, dolorosas separaciones y largos desplazamientos.


El hermano que no partió a Chile


Diva es la hermana de Carlo Fabbri y también vive en Bondeno.Tiene 70 años y conoció personalmente a Anacleto. "Fue hace como 40 años", recuerda, "entonces yo era muy amiga de Arturo Angelini, el hermano menor, quien una vez me invitó a su departamento. Ahí estaban Anacleto y su mujer, de visita en Italia, y los dos me parecieron muy joviales, muy gentiles".


Diva trabajó 27 años en una compañía de seguros de Ferrara, la ciudad de 130 mil habitantes de la que Bondeno depende administrativamente. El hermano menor de Anacleto era funcionario de la Cámara de Comercio. "Arturo era una bellísima persona, gentilísima", recuerda Diva, "un hombre muy alegre y delicado, que sonreía todo el tiempo".


Arturo fue el único de los hermanos Angelini que permaneció en Italia. Era cinco años más joven que Anacleto y se casó el 3 de abril de 1948 con Edda Mafalda Pasquali. Murió el 2 de septiembre de 1982 y está enterrado en el Cementerio de la Certosa, junto a su mujer, sus suegros y sus padres. No tuvo hijos.


Siguiendo la férrea impronta impuesta por el ADN familiar, vivió austeramente en un departamento de Ferrara, en la Vía Arianuova Nº 85. La propiedad, situada en un condominio, está siendo restaurada por su vecino y amigo Giancarlo Boninni. En esa misma vivienda se quedaba a pernoctar Anacleto con su mujer, María Noseda Zambra, cada vez que visitaban Italia.


Boninni es el suegro de Marco Malacarne, un doctor ferrarense que trabajó con Angelini en Santiago, después de que éste lo mandara a buscar a Italia, a principios de los ochenta, pues el empresario estaba detrás de "un brazo derecho".


Entonces Malacarne se instaló en Santiago con su mujer y participó en algunos negocios, pero nunca pudo acostumbrarse. Al poco tiempo retornó a su tierra. Hoy tiene su consulta particular en la Vía Galileo Galilei de Ferrara y vive a escasos metros del departamento donde residió Arturo Angelini.


"Nunca seré pobre"


Diva Fabbri colecciona las noticias que se imprimen en Italia sobre su tío, aunque hasta el momento de su muerte apenas aparecieron publicaciones en Corriere della Sera y La Repubblica sobre el llamado L'imperatore del Cile o I padroni di Santiago. Aquellas crónicas destacaban la media docena de grandes premios que Italia y el Vaticano otorgaron al empresario.


"Él fue y es un motivo de gran orgullo para todos nosotros", dice Diva, "y eso que los padres de Anacleto se distanciaron del resto de la familia por una herencia, hace ya muchos años".


La mujer cuenta que a raíz de esta vieja disputa, los Angelini dejaron las haciendas del barrio Stellata y terminaron viviendo en otra casa de Bondeno.


Giuseppe, el padre de Anacleto, empezó entonces a administrar un granero y a dedicarse a la venta de cereales, frutos y legumbres, junto a sus tres pequeños. Según sus sobrinos, Anacleto ya destacaba por su habilidad para negociar, vender y ahorrar.


El depósito de granos aún se conserva en perfecto estado en la Vía Ponte Motte. A su costado hay un pozo clausurado y una casona, en la que vivieron los Angelini con varios sobrinos, tíos y primos.
Sin embargo, la empresa familiar no anduvo del todo bien, según cuentan hoy los descendientes italianos. Anacleto hizo entonces una promesa a sus primas, que ha trascendido el paso de las generaciones y que ya forma parte de la mitología de la parentela, que no se cansa de comentarla: "Nunca fracasaré y nunca, nunca seré pobre", les dijo.


La visita del "primo Roberto"


Natalia Angelini era una de esas primas que escucharon la sentencia. Fue la madre de Roberto Tassi, empresario turístico que hoy posee y administra un hotel y un restaurante en el centro de Bondeno. El comedor fue inaugurado por su abuelo paterno en 1916 y lleva su apellido. Hace algunos años fue reconocido por el diario The Times de Londres como uno de los mejores del norte de Italia y por él han pasado estrellas como Robert de Niro, Sophia Loren y Marcello Mastroianni. Su especialidad: las pastas.


A través de los relatos de su madre, Tassi siempre supo sobre los éxitos de su tío Anacleto. Por eso, no se sorprendió demasiado cuando en su trattoria hace unos 30 años se presentó una joven pareja que venía llegando de Chile: eran sus primos Roberto y Patricia Angelini Rossi.


Roberto Angelini es el actual presidente de Empresas Copec y quien tomará el timón del holding familiar; Patricia es accionista de varias empresas del grupo. Ambos son hijos de Gino, el hermano que siguió los derroteros empresariales de Anacleto en Chile.La conversación entre los primos fue breve, según Tassi, a quien se le quedó grabada una pequeña anécdota: los primos le comentaron que Anacleto estaba entonces en Italia comprando camisas y trajes en la sastrería Minarelli, la más exclusiva de Bologna, lugar de encuentro de los hombres más elegantes de la región de Emilia Romagna.


El empresario hotelero nunca más volvió a ver a sus parientes chilenos, aunque siguió las aventuras de Anacleto a través de los periódicos. En 1991, supo por el quotidiano que Anacleto recibiría un premio de la Cámara de Comercio de Ferrara y quiso asistir. Sin embargo, el empresario anunció con mucha anticipación que no viajaría a Italia y que en su lugar Roberto Angelini recibiría el reconocimiento.


"Las fotos sociales y los cócteles son la antítesis del emprendimiento", confesó Anacleto Angelini en alguna ocasión, "el emprendedor sólo debe pensar en trabajar y esforzarse al máximo, con imaginación y perseverancia".
La vida en Ferrara


El 4 de julio de 1930, Giuseppe y Adalgisa abandonaron el campo y emigraron a la ciudad de Ferrara junto a los ya adolescentes Anacleto, Gino y Arturo, estableciéndose en los extramuros, a orillas del río Po, en la Vía del Borgo de San Luca Nº 103, hoy inexistente.


"Esta era una barriada muy pobre", explica el párroco de la iglesia de San Luca, Humberto Marescotti, "pero que conformaba un paisaje popular muy bonito y pintoresco: en los meandros se reunían las lavanderas a limpiar su ropa y a socializar".


En el suburbio, hoy completamente urbanizado e integrado a la ciudad, vive Leila Bertelli, una ferrarense que residió durante cinco décadas en Santiago y que durante ese tiempo hizo clases de italiano y trabajó en la Asociación Emilia Romagna.


"Coincidí con don Anacleto varias veces, pues lo conocí en 1959", dice Leila. "Siempre lo veía y lo saludaba en la Parroquia Italiana y en el Stadio, pues era muy gentil. Una vez tuve que hacerle una visita a su departamento y yo me esperaba una gran mansión. Fue todo lo contrario: me encontré con un ambiente muy sencillo, muy mesurado. Nadie pensaría que allí vivía una persona con tanto dinero".


Leila visitaba frecuentemente a los socios de la Asociación Emilia Romagna, y Anacleto era uno de ellos. "No participaba activamente, pero sí estaba al tanto de todo", agrega la mujer.


Leila incluso se encontró una vez con Anacleto en su propia tierra de origen: "Mi tío era el capataz de un gran empresario ferrarense y fui a visitarlo. Grande fue mi sorpresa cuando allí me encontré con don Cleto. Nos saludamos, conversamos y me despedí. Después supe que quería comprar tierras en esa zona, pero entiendo que no lo hizo".


Leila asegura que Angelini no mantuvo muchas relaciones comerciales o personales con su tierra. De hecho, recuerda que el alcalde y la Municipalidad de Bondeno intentaron ponerse en contacto con él durante mucho tiempo para que financiara algunos proyectos comunales, pero que esos intentos no fructificaron.
En el Borgo de San Luca, Anacleto terminó sus estudios secundarios y, según la Università degli Studi di Ferrara, luego estudió Comercio.


En 1936 se marchó a África, a las colonias italianas que entonces mantenía el régimen de Benito Mussolini.
Etiopía: fortuna y fracaso


Franca Molinari es sobrina en segundo grado de Anacleto. Si en Italia se registraran los dos apellidos, tal como en Chile, ella se llamaría Franca Molinari Angelini. Tiene una estación de servicio en Bondeno.
Su padre, Darío, fue muy amigo de Anacleto. Darío fue uno de los primeros que emigraron desde su tierra rumbo a África. Llegó a la actual Eritrea, posteriormente anexada a Etiopía, a principios de los años treinta. Ahí compró un par de camiones para trasladar los productos exportados e importados por las grandes empresas italianas establecidas allí.


Anacleto siguió sus pasos y con 22 años se trasladó hasta ese árido territorio, donde ya se empezaban a levantar gigantescas obras de irrigación para ampliar considerablemente las tierras cultivables. También se dedicó al transporte de camiones y, cómo no, al comercio.


Las cosas caminaron bastante bien, hasta que una nueva adversidad se interpuso en su camino: estaba viviendo y trabajando en un gran campo de batalla, una porción africana disputada por las fuerzas del Eje y los aliados.
Darío tuvo el buen ojo de volverse a Ferrara apenas estalló la guerra. Anacleto, en cambio, no quiso o no pudo hacer lo mismo, y sólo pudo abandonar África en 1945.


Cuentan sus parientes que cuando volvió a Ferrara, sin dinero, se encontró con un panorama desolador: en la estación de trenes donde lo esperaba su familia había varios veteranos de guerra mutilados, abandonados, miserables. La economía estaba en ruinas.


Entonces miles de italianos se embarcaron rumbo a América del Sur. La mayoría terminaría instalándose en Venezuela, Brasil y Argentina, los mercados más grandes.


Siguiendo el consejo de un amigo, Antonio Franchini, en 1948 Anacleto desembarcó en las costas chilenas. Su primer negocio en Sudamérica: Pinturas Tajamar. Entonces comenzó la historia ya conocida de uno de los hombres más ricos que recuerde el país. Una vida que cambiaría definitivamente el rumbo de los negocios en Chile y que surgió laboriosamente en un par de haciendas de Bondeno y en los campos de granos de Ferrara, anegados periódicamente por las aguas del río Po. Y que terminó este martes en el Hospital de la UC en Santiago.


Sus cercanos en Italia se enteraron de la noticia a través de los periódicos de la ciudad que le dieron una amplia cobertura al deceso. Su sobrino Roberto Fabbri cuenta que leyó el suceso este miércoles en Il Resto del Carlino, y lo lamentó de inmediato. El periódico destacó el origen ferrarense de Anacleto en el mismo titular y enumeró los premios que éste recibió en Italia. Leila Bertelli explica que se enteró de la noticia porque la llamó su hija de Concepción para contársela. Como Leila reside ahora en el Borgo di San Luca, leyó después la historia en La Nuova Ferrara. "Aún no se sabe si se le rendirá un homenaje aquí. La verdad es que él se fue hace 60 años e hizo toda su fortuna en Chile, así que su muerte produce mucho más impacto allá que acá", explica.


Diva Fabbri está sometiéndose a una quimioterapia para controlar un tumor, por lo que no tiene ánimo ni para leer periódicos. "Me dispiace", dice por el teléfono al enterarse del fallecimiento.


"Anacleto siempre fue un ejemplo para toda nuestra familia, pues siempre fue un gran affarista, un gran mercader", explica su sobrina Franca, quien cuenta que "después de que él emigró a Chile y tuvo un gran éxito haciendo negocios, otros miembros de la familia siguieron su ejemplo, como mi tío Natale, que partió a Argentina, pensando que tendría la misma suerte. Sin embargo, tuvo que devolverse al poco tiempo. Sólo Anacleto pudo lograrlo, sólo él supo cumplir la promesa que le hizo a su familia de que nunca sería pobre. ¿No es notable eso?".


Roberto, el sobrino que lo representaba


Anacleto Angelini obtuvo los mayores reconocimientos políticos y empresariales de Italia, pero siempre se negó a recibirlos personalmente. En su representación lo hizo Roberto, su sobrino.


En 2003, la Junta Comunal de Ferrara le otorgó el máximo galardón municipal porque con "su obra emprendedora y social ha elevado el nombre de la ciudad en todo el mundo". El alcalde de entonces, Gaetano Sateriale, le envió una carta al empresario para anunciarle la noticia. Anacleto respondió con una misiva fechada dos meses después, excusándose de no poder asistir por razones de salud.


"Mi sobrino y sucesor, Roberto Angelini, ha aceptado con placer representarme", señaló el empresario, "y le escribirá directamente para fijar la fecha. Este premio será un gran recuerdo y reconocimiento a mi larga vida de provechoso trabajo en Chile".


Roberto también viajó a Roma para recibir el premio "Italiani nel Mondo". El acto se celebró en el monumental Vittoriano y asistieron más de 1.400 invitados. Sólo la orquesta y el coro estaban compuestos por más de 220 músicos. Junto a Angelini, se rindió homenaje a otras cuatro personalidades. Cuando Roberto subió al escenario, la maestra de ceremonias, la ex chica Bond Claudia Cardinale, gritó "¡Ecco L'imperatore del Cile!".


En 2005, el presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, designó a Angelini "Cavalieri del Lavoro", entregándole una de las mayores condecoraciones que pueden recibir los italianos que se destacan en todas las actividades. El diario económico romano Il Sole 24 Ore, describió entonces a Angelini como "un personaje enigmático y misterioso", con "un estilo de vida austero, la negación de la caricatura del millonario sudamericano". Roberto fue el encargado de recibir esa distinción y lo mismo tuvo que hacer el 24 de abril de 1991, cuando viajó a Ferrara para recoger el reconocimiento otorgado por la Cámara de Comercio de esa ciudad.


El Vaticano entregó a Angelini la orden San Gregorio Magno por su apoyo a la instalación de la estatua de Santa Teresa de Los Andes en la Basílica de San Pedro. La Santa Sede ya lo había distinguido por ayudar a que se concretara la visita de Juan Pablo II a Chile en 1987.


El presidente Eduardo Frei le otorgó a Angelini la nacionalidad por gracia en 1994. Como ese mismo año la recibió también el gran amigo del empresario, el sacerdote Baldo Santi, éste agradeció la iniciativa en representación de los dos.


Icare designó a Angelini el empresario del año en 1984 y eligió Copec como la empresa más destacada en 2001. Como siempre, Anacleto le pidió a su sobrino que subiera en su lugar al escenario del Teatro Municipal y diera las gracias.


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