2013/12/27

Una candidatura hubiese sido “too much”

La Nacion (Argentina)

Por FERNANDO LABORDA
(Extracto del artículo publicado en La Nación. Argentina).- La primera mandataria dejó llamativamente de lado un consejo que solía dar Néstor Kirchner: nunca hay que desmentir una eventual candidatura. Para el ex presidente de la Nación,siempre era bueno sembrar el misterio. Autoexcluirse de una potencial postulación implicaba bajarse el precio en el mercado electoral y no pocas dificultades si finalmente se decidiera avanzar hacia la candidatura que tiempo atrás se desechó.

Roberto Lavagna recuerda bien aquel consejo del ex jefe del Estado, ya que, allá a principios de 2005, cuando todavía era ministro de Economía y empezaba a trascender que podía dejar el gobierno y presentarse como candidato presidencial, el propio Kirchner le sugirió que no era bueno desmentir postulaciones.

Cristina Fernández de Kirchner conoce muy bien aquella máxima de quien fue su esposo. Y si bien, antes de postularse a su reelección presidencial, en 2011, mantuvo por demasiado tiempo el misterio sobre su decisión final, nunca negó tajantemente la posibilidad de su candidatura. Ni siquiera cuando, en una recordada asamblea legislativa del 1° de marzo de ese año, preguntara a los presentes: “¿Alguno me ha escuchado a mí decir que voy a ir a la reelección en 2011? Entonces no se hagan los rulos”.

Al expresar ayer, a través de la agencia Télam, que “no hay ninguna posibilidad de Cristina 2015 para ningún cargo electivo”, la Presidenta modificó una tradicional posición kirchnerista vinculada con la construcción de poder.

Las declaraciones de Carlos Kunkel, quien dijo que imaginaba a Cristina en 2015 “haciendo política y siendo candidata” tenían cierta lógica desde el ultrakirchnerismo. Si la actual Presidenta se postulara dentro de dos años a diputada nacional o, eventualmente, a gobernadora por la provincia de Buenos Aires, podría aspirar a conservar el monopolio de la lapicera para imponer a sus propios candidatos a cargos legislativos en ese distrito clave. Y, a partir de diciembre de 2015, incluso desde la oposición, el kirchnerismo seguiría teniendo un importante margen de negociación en el Congreso.

La iniciativa de Kunkel también podía apuntar a mantener a Cristina Kirchner en el centro de la escena electoral para evitar que se licuara aún más su poder y que quedara reducida a un “pato rengo”.

Frente a los dichos de Kunkel, la Presidenta podía haber optado por el silencio o por restarles importancia sin desmentir completamente la posibilidad, por cierto legítima, de postularse a algún cargo electivo dentro de dos años. No obstante, Cristina debió haber tenido serios motivos para proferir una desmentida tajante.

¿Cuáles habrían sido esos serios motivos? Ante todo, la incómoda situación que vive hoy la Presidenta en la opinión pública. Cristina acusó, sin dudas, el golpe de las últimas encuestas, que le depararon una caída en su imagen positiva no inferior a los diez puntos en promedio. La consultora Management & Fit dio cuenta de una declinación entre mediados de noviembre y el 12 de diciembre que llegó a los 14,4 puntos: pasó de un nivel de 42,3% a uno de 27,9%.

Los conflictos policiales y los saqueos producidos en varias provincias, que fueron la imagen de un Estado ausente, fueron decisivos en esa caída. No menos impacto provocó el incumplimiento de las expectativas algo favorables que, en un comienzo, había generado el cambio de gabinete. El derrumbe lo terminaron de confirmar las imágenes de la Presidenta bailando al compás de tambores y cacerolas en la fiesta del aniversario de la democracia en el mismo instante en que los muertos en saqueos rondaban la decena.

Es probable que, contradiciendo la máxima de Néstor, Cristina haya entendido que, en medio del presente desaguisado, agravado por los cortes de luz y el récord de inflación que está experimentando diciembre, terminar el año ventilando una candidatura para 2015 hubiera sido “too much”.”

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