2013/08/30

Los países emergentes y el retiro de la liquidez

Antonio ReyesEl vaivén de las principales monedas ha continuado de manera casi generalizada, con mayor énfasis para las divisas de los países emergentes.

Tales son los casos del Real brasileño, la Rupia de la India, el Rand de Sudáfrica, la Lira turca; entre otras, sin estar ausente en este proceso el peso mexicano.  La depreciación de esas monedas se ha agudizado por el anuncio del retiro de la liquidez no convencional de Estados Unidos (USA), que se espera inicie en el mes de septiembre, como fue anunciado por la Reserva Federal (FED).
Tal fenómeno en el tipo de cambio se ha explicado por la salida de capitales de los países emergentes, el posible aumento de las tasas de interés y por su impacto económico adverso en esos países.  Esto ha hecho que se tomen medidas emergentes en algunos países.  En este entorno, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido que la inyección no convencional de liquidez hecha por algunos Bancos Centrales (BCs) evitó una recesión de mayor magnitud a la experimentada.  Al mismo tiempo, ha enfatizado el reto y el riesgo que implica el retiro de la liquidez no convencional para la economía mundial, con especiales consideraciones para los países emergentes.
Un ejemplo de la magnitud del riesgo económico que entraña el retiro desordenado de la liquidez es el caso de Brasil.  Este país originalmente previno que con la tercera etapa de inyección (EQ3) de liquidez de USA se podría generar una guerra de divisas.  Dado que el monto de inyección de $85 mil millones de dólares mensuales haría que el dólar se revaluara o apreciara y las monedas de los países emergentes, como el real, se devaluaran o depreciaran (términos aplicados indistintamente para designar la variación en el tipo de cambio).
La alerta brasileña se fue cumpliendo inexorablemente, en un ambiente de tasas de interés cercanas a cero en USA y varias veces más elevadas en los países emergentes.  Así, ante la oferta de dólares baratos y la demanda de activos financieros de otros países, las monedas como el Real se fueron apreciando por la vía de la entrada de capitales, denominados como hot money.  Situación a la que México no se pudo sustraer.  
contra sensu, así como en el periodo de la inyección de liquidez las monedas locales se apreciaron, era de esperarse que con el retiro de la liquidez las monedas se depreciasen, como aconteció agudamente en Brasil.  Sin embargo, la depreciación del Real se ha dado en un ambiente internacional estructuralmente diferente al que prevalecía en 2008-2009, cuando se inició la inyección de liquidez por parte de USA para alentar la producción y el empleo local.  
De esta manera, la depreciación del Real ha tendido profundas consecuencias, dado que en su comercio internacional la exportación de materias primas juega un papel relevante.  Por lo que la caída del Real ha significado que el país reciba por el mismo volumen de exportación de materias primas y alimentos menos divisas necesarias para la importación de bienes industriales, especialmente de manufacturas.  Este hecho ha presionado al alza los precios locales, lo que constituye un elemento más para la estabilidad macroeconómica del país carioca.
Ante circunstancias de la depreciación del Real, desde enero hasta la semana pasada, del 15%, una inflación interanual del 6.5% y el dilema de aumentar o no la tasa de interés para prevenir una mayor inflación, el gobierno brasileño tomó medidas para revaluar su moneda (El País, sábado 24 de agosto de 2013).  La medida anunciada más importante e inmediata ha sido la inyección de $60 mil millones de dólares, a partir del último viernes de agosto hasta fin de año, para “[...] proporcionar cobertura cambiaria a los agentes económicos y liquidez al mercado de divisas [...]”.  Con ello se espera además de revaluar el Real, prevenir mayores consecuencias adversas por el término del dólar barato y por el aumento potencial de las tasas de interés internacionales.
Las medidas monetarias brasileñas son la culminación de otras acciones aplicadas anteriormente.  Tales acciones han ido desde la obligatoriedad de mantener las inversiones en bolsa por un periodo de tiempo determinado, hasta evitar la libre importación de automóviles.  Con la primera medida se buscó evitar la volatilidad de los capitales, del tipo de cambio y del precio de los activos financieros, y con la segunda no afectar la balanza comercial y la producción nacional.  Esto sucedió en 2012 al rechazarse el acuerdo automotriz bilateral suscrito con México, después de que Argentina también había cancelado un acuerdo similar con nuestro país.
Frente al riesgo del retiro de la liquidez, es indiscutible que la política monetaria no convencional favoreció a los países emergentes, al hacer barato el dólar y tener tasas de interés bajas a nivel internacional.  Casi como una ilusión, también les permitió la acumulación de elevadas reservas “brutas”, que ante cambios en las expectativas internacionales han comenzado a salir de esos países.  Con el abultamiento de las reservas terminaron por imponer un costo a los países emergentes, dado el diferencial de tasas de interés.  Esto porque las reservas rinden tasas en dólares, pero para acumularlas el país receptor paga tasas reales locales más elevadas.  
Adicionalmente, la liquidez no convencional permitió un apalancamiento barato, es decir endeudamiento interno o externo, del aparato productivo nacional y del gubernamental.  Endeudamiento que con la depreciación de la moneda local impone no sólo un aumento de los costos financieros, sino también el riesgo de la insolvencia, eventualmente del sector privado.  Riesgo que se incrementa con el aumento potencial de las tasas de interés internacionales.
Los beneficios y riesgos de las políticas monetarias no convencionales y del retiro de la liquidez fueron abordados ampliamente por Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en el simposio anual de economía política de la FED (El cálculo mundial de las políticas monetarias no convencionales, Jackson Hole, 23 de agosto de 2013, FMI).  De manera sobresaliente, la Sra. Lagarde recapituló sobre las medidas monetarias no convencionales aplicadas, especialmente en USA y la Unión Europea (UE), para atender la crisis financiera internacional.  Ante la situación actual, señaló que “El reto para la generación de gobernantes de hoy es replantearse y reimaginar la manera de lograr que nuestras economías vuelvan a funcionar”.
En su intervención enfatizó que “[...] los bancos centrales han sido los héroes de la crisis financiera mundial y que [...] las políticas monetarias no convencionales de los últimos años han sido más ambiciosas y más amplias”.  Agregó que “Gracias a estas medidas excepcionales, el mundo no se precipitó hacia otra Gran Depresión”.  Claramente indicó que “Hoy, otro motivo de preocupación es el riesgo de que una desaceleración de los mercados emergentes haga retroceder el crecimiento en el resto del mundo”.  Con suma objetividad señaló que “[...] debemos colaborar mejor para comprender más a fondo el impacto —local e internacional— de estas políticas no convencionales y cómo este influye en los planes para retirarlas”.  
En opinión del FMI, el impacto de las políticas monetarias hasta ahora ha sido positivo al evitar un colapso del sistema financiero, de la actividad productiva y el riesgo extremo de ruptura de la zona del euro.  La expansión cuantitativa lanzada por la FED se estima haya reducido los rendimientos de los bonos de USA a largo plazo más de 100 puntos básicos antes de la corrección del mercado ocurrida este año, incrementando el producto mundial más de 1%, apuntalando la economía contra una depresión mundial.
La Sra. Lagarde reconoció que estas políticas aún son necesarias en algunos lugares y aunque probablemente lleve tiempo abandonarlas, como en Japón, llegará un día en que las políticas monetarias excepcionalmente expansivas, convencionales o no, deberán tocar a término, a la luz de la recuperación económica y su impacto en la inflación.  Sin embargo, enfatizó que su repliegue llevará a los BCs a un terreno desconocido, por lo que hay que prevenir un desenlace adverso en términos del crecimiento y de perturbaciones financieras.
Tales riesgos se inscriben en la naturaleza y magnitud de la expansión monetaria que significó que “los flujos netos acumulados hacia los mercados emergentes se incrementaron $1,1 billones desde 2008 [...]”.  “Los precios de los inmuebles han alcanzado niveles elevados; por ejemplo, en Brasil, Canadá, China, Corea y Tailandia. Los precios de las acciones repuntaron durante un período considerable en China, México y Rusia. Y el crédito se expandió con rapidez en Brasil, China, Corea y Turquía”.
En este contexto, la Directora Gerente del FMI dijo que “La política monetaria —por más buena que se la considere— no puede hacerlo todo. No puede proporcionar todas las respuestas”.  Por lo que “Fundamentalmente, las políticas monetarias no convencionales deben estar complementadas por un espectro más amplio de políticas capaces de lograr que la economía mundial avance”.  Dijo, “Pero aun sin esas otras políticas aconsejables, ha sido mejor tener políticas monetarias no convencionales que no tenerlas”.
Finalmente la Sra. Lagarde explicó que todos estos años dieron el espacio necesario para más reformas que sentaran las bases de un crecimiento perdurable y duradero.  Por lo que es necesario un espectro más amplio de políticas para sustentar el crecimiento a más largo plazo, dejar asegurada la sostenibilidad fiscal y sanear los sistemas bancarios con problemas.  Sin embargo, acentuó; el repliegue de las políticas monetarias no convencionales bien podría crear graves obstáculos para los países que no las han adoptado.
La exposición del FMI hace obvio el reto global que se enfrenta con el retiro de la liquidez de la política monetaria no convencional, relevantemente para los países emergentes, en los que se inscribe México.  El Banco Central mexicano únicamente dio pálidos visos de aplicar en 2008 una inyección no convencional del orden de $50 mil millones.  De entonces a la fecha, su política monetaria ha sido unidimensional y unidireccional, privilegiando la inflación como objetivo y dejando contemplativamente que la cuenta de capitales se maneje al albedrío externo, por lo que se corre el riesgo de un choque externo de graves consecuencias. 
En el frente de otras políticas económicas, la ausencia de definiciones y cambios han perpetuado una inercia que ha anclado al aparato productivo en un proceso ineficaz para su potencial productivo y de empleo.  Si otros países emergentes han emprendido ya acciones preventivas para paliar los efectos adversos del retiro de la liquidez anunciado por la FED, al menos entendamos que, como bien lo dijo Christine Lagarde, “Ningún país es una isla”; “El mundo ya ha pasado bastante tiempo flotando en el agua. Ha llegado la hora de que las autoridades naden hasta la orilla”.  
Esperemos que nuestras autoridades financieras así lo entiendan, antes de llamarse una vez más a sorpresa; los presagios no son nada halagüeños.  Ellos son dueños del timón y pueden esquivar la tormenta.

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