2013/11/22

La búsqueda de acuerdos que requerirá el futuro Congreso

Con los resultados parlamentarios, la Nueva Mayoría podría aprobar muchas de las propuestas de su programa, pero como no está garantizado el respaldo de todos sus parlamentarios, y necesitarán a la Alianza para aquéllas que no tienen quórum, se impondrá la estrategia de negociación.

Michelle Bachelet estaba desencantada el domingo por no haber cumplido su aspiración de ganar en primera vuelta. Pero eso no significó que ni la candidata, ni sus asesores, ni menos los dirigentes políticos, bajaran la guardia por los resultados que obtuvieron, porque aparte de la enorme distancia con que quedó la abanderada presidencial para enfrentar a Evelyn Matthei en el balotaje, el amplio triunfo obtenido en las parlamentarias compensó la frustración.

Como lo planteó desde el momento en que aceptó su candidatura, uno de los principales anhelos de Bachelet era lograr una mayoría en el Congreso, al punto que parte de la campaña se centró en llamar a obtener el máximo de doblajes posibles, con el fin de poder cumplir el ambicioso plan de reformas que pretende impulsar desde La Moneda.

Y en gran medida, eso lo consiguió. Incluso, en contraste con los cálculos previos, la lista parlamentaria del pacto Nueva Mayoría obtuvo un porcentaje más alto que la propia abanderada presidencial, lo que se tradujo en dos doblajes en el Senado -en la II y en la IV región- cifra que en la Cámara llegó a 11.

Con esos resultados, aumentaron en uno los senadores quedando con 21, mientras que en diputados subieron de 57 a 68, lo que aun cuando no permitió que se cumpliera la meta de obtener el quórum de 4/7 -que es de 22-69- fue considerado un éxito, porque en la práctica, es lo mismo que si la hubieran alcanzado. Ello debido a que en la Cámara podrán sumar a los tres diputados independientes -Alejandra Sepúlveda, Giorgio Jackson y Gabriel Boric- más Vlado Mirosevic, de la lista de Marco Enríquez-Ominami, mientras en el Senado bastaría con conseguir el respaldo del independiente Carlos Bianchi.

Pero al interior del pacto opositor apuntan a que sacar esas cuentas tiene un sentido más simbólico que otra cosa, porque si bien la correlación de fuerzas indica que podrían aprobar algunas reformas importantes sin necesidad de negociar, la realidad los obligará a actuar sobre la base de buscar acuerdos.

Es que no sólo consideran que es la forma con que podrían conseguir el apoyo de la Alianza para aquellas materias que exigen otros quórums, sino porque saben que tampoco está garantizado que todas las propuestas programáticas que ha impulsado Bachelet, sean aprobadas sin contratiempos por sus propios parlamentarios.



No basta la mayoría


Para los dirigentes de los partidos de la oposición, el triunfo en las parlamentarias tiene importancia por haberse consolidado como una mayoría clara, que les permitirá, entre otras cosas, que a partir de marzo, podrán presidir ambas Cámaras, como asimismo que se quedarán con la presidencia de las comisiones más importantes, todo lo que incide en la tramitación de los proyectos de ley.

Paralelamente, muchos consideran que no es un dato irrelevante tener la mayoría suficiente para aprobar, por ejemplo, la reforma tributaria que ha comprometido Bachelet, u otras iniciativas como la creación de una AFP Estatal, que se supone que estarían entre las prioridades, porque en la medida en que se saquen adelante algunas de las reformas más emblemáticas, al menos podrían aquietar la frustración frente a la imposibilidad de cumplir sin dificultades las promesas de transformaciones más profundas.

Pero aun así, no son pocos los que apuntan a que, incluso en muchas de las reformas que requieren mayoría simple, será necesario buscar acuerdos, porque no en todas existe una posición común al interior el del pacto. Es el caso de las modificaciones tributarias, donde algunos están en contra de la eliminación del FUT, discrepancias que también podrían darse en temas como los laborales -en los que incluso la falta de acuerdos impidió que se asumieran compromisos concretos en el programa- o aquellos llamados valóricos, donde no toda la DC estaría por aprobar el matrimonio igualitario o el aborto terapéutico.

Tampoco el panorama aparece enteramente despejado para otras reformas consideradas irrenunciables por ser parte de los ejes de la campaña, como la educacional, con propuestas como la gratuidad universal, o el fin al lucro. Porque aun cuando en términos absolutos estaría el quórum de 4/7 que se necesita para aprobarlas, no todos los parlamentarios de la Nueva Mayoría estarían de acuerdo con ellas, como lo han adelantado algunos de la DC.

Y si se perciben problemas para sacar adelante reformas para las que tendrían los quórums, la situación se presenta aun más compleja a la hora de cumplir la promesa de una nueva Constitución, porque para ello se necesitan 80 diputados y 25 senadores, cifra que dista de la que alcanzó el pacto opositor.

Conscientes de que el debate constitucional será probablemente el más difícil, desde el momento en que tampoco existe acuerdo interno, por ejemplo, respecto a las posibilidades de llamar a una asamblea constituyente, muchas de las esperanzas de los dirigentes opositores para responder a las demandas de realizar cambios políticos, están centradas en sacar adelante la reforma al binominal. Ello, porque a pesar de que requiere un quórum de 3/5 -que es de 72 diputados y 23 senadores- parten de la base que los votos en la Cámara están -con los 68 más los 4 que no son del pacto, pero sí cercanos a la centro izquierda- en tanto en el Senado les faltaría sólo uno, que suponen que lo conseguirían en Renovación Nacional.



Preocupación latente


Como todo indica que si Bachelet gana finalmente la presidencial, no claudicará en tratar de cumplir sus compromisos de reformas, los dirigentes políticos reconocen que la situación puede ser complicada si es que no logran, primero, alinear a sus propios parlamentarios en torno a aquellas propuestas en que no existe consenso, pero además si en la Alianza no se allanan a aceptar que es necesario introducir algunos cambios importantes en distintos ámbitos.

Es la preocupación que ronda entre los líderes políticos, que entienden que si no consiguen avanzar en el cumplimiento de los compromisos de campaña, la tensión social podría cobrarle la cuenta de manera temprana al gobierno, con manifestaciones como las que han anunciado los estudiantes.

Frente a esa amenaza, muchos de ellos consideran indispensable crear un clima de acuerdos en el Congreso, de manera no sólo de aunar criterios entre sus propios parlamentarios, sino también porque parten de la base que negociando pueden obtener más que tratando de imponer las mayorías.

En ese contexto, algunos estiman que la derrota de la UDI -que siempre ha sido más renuente a los cambios- podría ser favorable, pero no desconocen que, como es el partido más grande, será imposible no considerar la posición de sus parlamentarios, tratando de apelar a aquellos de RN que se han mostrado incluso partidarios de realizar transformaciones importantes o que, derechamente están de acuerdo con las propuestas de Bachelet, como lo reconoció el senador RN, Antonio Horvath.

Pero en un cuadro que puede ser complejo, donde no se descartan disidencias internas, la idea no es buscar votos aislados, sino tratar que el conjunto de los parlamentarios asuma la premisa de que sin reformas que respondan a las demandas ciudadanas, se puede afectar no sólo la gobernabilidad, sino incluso la estabilidad futura.

Como los partidos de la Alianza, ni tampoco todos los parlamentarios del pacto Nueva Mayoría creen que los problemas del país deben enfrentarse con transformaciones como las que propone Bachelet, es que existe consenso entre los dirigentes en que el único camino es impulsar la estrategia negociadora, sin que ello implique desligarse de las manifestaciones sociales, porque finalmente éstas pueden ser el factor determinante para que el Congreso apruebe los cambios.


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