Grupo ultraconservador no quiere ceder en su lucha por desfinanciar la reforma a la salud, aunque eso conlleve efectos catastróficos para la economía.Por Constanza Morales H.
Durante los últimos tres años, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha tenido que lidiar con una oposición dividida. Por una parte, están los republicanos tradicionales, que se han mostrado dispuestos a negociar con la Casa Blanca en diversos temas, como la reforma migratoria y el ajuste fiscal. Por otra parte, están los miembros ultraconservadores, quienes, agrupados en el movimiento Tea Party, lograron varios escaños en el Congreso –particularmente en la Cámara de Representantes– en las elecciones de 2010. El principal rasgo de este sector es su demanda por menores impuestos y por reducir la deuda pública y el déficit presupuestario a través del menor gasto federal.
Es esta corriente la que estuvo detrás del cierre del gobierno y cuyo poder preocupa, ya que su intransigencia amenaza provocar que la primera economía del mundo se declare por primera vez en default en un par de semanas.
A ojos de los representantes del Tea Party, los líderes republicanos en el Capitolio se han olvidado de sus principios conservadores al negociar con la administración Obama. La amenaza de que los miembros tradicionales del partido sean desafiados por contendores más extremistas en las primarias legislativas en 2014 ha llevado a las principales figuras opositoras –entre ellas destaca el vocero de la Cámara de Representantes, John Boehner– a ceder a sus presiones.
Fueron los congresistas vinculados al Tea Party quienes impulsaron la idea de condicionar el financiamiento del gobierno a la postergación de la entrada en vigencia de la reforma a la salud conocida como Obamacare y que comenzó a implementarse el martes. La figura más prominente ha sido la del senador Ted Cruz, quien ha surgido como una de las principales cartas de la oposición para la elección presidencial de 2016.
Según Peter King, representante republicano por Nueva York, esta rama “está intentando secuestrar al partido”. En entrevista con MSNBC, King manifestó ayer que sentía que un mayor número de los representantes conservadores se estaban cansando del “ala Ted Cruz del partido”.
Objetivo: el techo de la deuda
La estrategia de los legisladores ultraconservadores –que según Reuters no son más de 80, de un total de 535– de utilizar el Obamacare como una herramienta de negociación no fructificó. La mayoría demócrata en el Senado rechazó cada una de las propuestas de sus colegas representantes, por lo que las agencias federales se vieron obligadas a suspender sus funciones desde el martes.
De esta manera, ahora los miembros del Tea Party están analizando seguir con su “cruzada ideológica”, como afirmó Obama hace dos días, en la próxima batalla fiscal: elevar el techo de la deuda.
El mandatario ha asegurado en reiteradas ocasiones que él no negociará sobre las obligaciones que el país ha adquirido. Sin embargo, el sector más radical de la oposición ha insistido en usar el límite del endeudamiento para conseguir concesiones políticas. La debilitada posición que tiene el liderazgo republicano podría provocar que la Cámara de Representantes no acceda a extender el umbral de US$ 16,7 billones (millones de millones) de la deuda, lo que causaría que Estados Unidos se declare en suspensión de pagos por primera vez en la historia, situación que tendría efectos dramáticos sobre la economía global.
Durante las negociaciones del llamado abismo fiscal, a fines del año pasado, la persona que logró destrabar el debate fue Mitch McConnell, el líder de la minoría republicana en el Senado. Sin embargo, una nota del Washington Post expresó que es poco probable que McConnell tome el rol del salvador de último minuto, ya que enfrenta una batalla a dos frentes en Kentucky: un candidato apoyado por el Tea Party lo acusa de vender los principios conservadores en las discusiones previas y un demócrata lo denuncia como un sometido por la extrema derecha.
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