I. Ramos/ M.I. Alvear
Los temores del contagio de la crisis de deuda europea se expandieron ayer más allá de la frontera de los países periféricos (Grecia, Irlanda, España e Italia), llegando incluso a Bélgica, el corazón de la rama ejecutiva de la Unión Europea, mientras en España las fuentes de financiamiento se van secando para los bancos y las empresas.
El rendimiento extra que demandan los inversionistas por mantener bonos belgas a diez años, en lugar de bunds alemanes de maduración similar, se amplió a 139 puntos base, un récord desde al menos 1993, cuando Bloomberg comenzó a recoger los datos.
El secretario de Estado para el Presupuesto de Bélgica, Melchior Wathelet, negó en la radio local RTBF que su economía esté amenazada, argumentando que "Bélgica es uno de los pocos países europeos que cumple su programa de estabilidad".
Pero los inversionistas han mostrado sus preocupaciones por el alto nivel de la deuda pública, que alcanzó 326 mil millones de euros (equivalente a 96,2% del PIB), en una nación que lleva seis meses sin gobierno estable, luego de que se realizaran elecciones anticipadas en junio.
En el caso de Portugal, los mercados dan por descontado que solicitará asistencia externa. El lunes en la noche, el banco central portugués advirtió que los bancos del país enfrentan un "riesgo intolerable" si el gobierno de Lisboa no logra consolidar las finanzas públicas, y llamó a las instituciones financieras a reforzar su capital en los próximos años.
La agencia Standard & Poor"s colocó en negativa la perspectiva de la deuda de Portugal, lo que podría anticipar una rebaja de la calificación. Los problemas de Portugal podrían expandirse rápidamente a España, debido a sus vínculos económicos.
Sin embargo, la economía española es dos veces más grande que las economías de Grecia, Irlanda y Portugal combinadas, por lo que el fondo de rescate de 750 mil millones de euros (US$ 1 billón) creado en mayo podría no ser suficiente para ayudar al país.
Sin financiamiento
Pese a las declaraciones de las autoridades de que las empresas y la banca se mantienen sólidas, el mercado internacional se está cerrando a la deuda ibérica, una de las señales que se vio antes del recrudecimiento de la crisis global en 2008. El próximo año será especialmente difícil, ya que las compañías españolas afrontan compromisos por 119 mil millones de euros y los temores de un rescate suben los costos para refinanciarse.
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