2015/11/14

Pulsaciones de Ciudad Vieja

Este rincón de Montevideo se mueve a su propio ritmo. Aquí el andar pausado, los libros, la historia y la comida marcan la pauta.
Por: Álvaro Peralta Sáinz
pulsaciones
Por lo general, a esta zona típica de la capital uruguaya se le cataloga de manera casi despectiva como un área destinada para que los turistas de los cruceros que recalan por veinticuatro horas en la ciudad –principalmente durante los meses cálidos–caminen un poco, coman y compren souvenirs. Sin embargo, Ciudad Vieja es mucho más que eso: concentra buena parte de los bancos y otras instituciones financieras del país, que no son pocas, lo que le dan un movimiento propio; sobre todo por las tardes. Si a todo esto le sumamos algunas reparticiones públicas, restaurantes, oficinas portuarias, cafés, galerías de arte, museos y comercios varios; queda claro que el sector es perfecto para perderse entre sus calles, y para entender un poco más a Montevideo y sus habitantes.
Una de las cosas más agradables de Ciudad Vieja es que se puede –y debe– recorrer caminando. Primero, porque es un área relativamente pequeña y segundo, porque con el transcurso de los años ha ido sumando varias cuadras de paseos peatonales por calles como Sarandí (en su totalidad), Piedras y Yacaré. Justamente caminando es como podemos apreciar de mejor manera sus calles empedradas, los hitos históricos como la Iglesia Matriz, y sus decenas de edificios de departamentos y comerciales, que fueron construidos inspirados en el art nouveau. Ahora, si se trata de hacer un alto en el recorrido, un sitio obligado es la Plaza Cabildo, centro fundacional de Montevideo, donde actualmente es posible descansar bajo la sombra de sus frondosos árboles, comprar artesanía o –mejor aún– tomar una cerveza en alguno de los varios café bares que rodean la plaza. Y si hay tiempo y ganas, también se puede subir a conocer los muy lujosos salones del Club Uruguay, algo así como nuestro Club de La Unión, que está sobre el Paseo Sarandí.
Otro destacado es la librería Más Puro Verso, ubicada en un antiguo edificio art decó donde originalmente funcionó una óptica. Emplazada aquí desde 2013, hace algunos meses fue catalogada por el diario argentino Clarín como una de las diez librerías imperdibles del mundo. Y la verdad es que vale la pena visitarla porque además de tener un muy buen catálogo nacional e internacional, el edificio de dos plantas que la alberga es una maravilla, con pisos de mármol, vitrales, un reloj en la fachada y –entre otras cosas– un hermoso ascensor enrejado que aún funciona. Y ojo, además de ver libros y también discos, es posible tomar un café en el segundo piso contemplando desde la altura esta parte de Ciudad Vieja. Pegadito a la librería está el Museo Torres García, donde se puede conocer y apreciar buena parte de la obra del pintor y escritor uruguayo, padre del universalismo constructivo. Sólo hay que tener en cuenta que cierra los domingos. En la misma onda, hay que darles una oportunidad a la media docena de galerías de arte que existen en el barrio, donde se exhiben y venden obras de artistas locales contemporáneos.
Pero no hay que olvidar que estamos en Uruguay, un país que es sinónimo de carne a la parrilla. Por lo mismo, un paseo por esta zona de Montevideo jamás puede obviar su clásico Mercado del Puerto, donde la especialidad es –obviamente– la carne asada. ¿Qué comer en este lugar? La verdad, lo mejor es probar un poco de cada cosa. Es decir, algo de asado de tira, chorizos, morcillas, provoletas, chanchito lechón, bifes y más. ¿Con qué? Si hace calor, la cerveza nacional siempre es bienvenida. Pero ojo, en el Mercado del Puerto ya es posible probar algunos buenos vinos uruguayos, sobre todo de la cepa tannat, actual emblema del país. Advertimos eso sí que los buenos vinos suelen venderse por botella: el que se ofrece por copas es, por lo general, de regular a derechamente malo. Y un consejo más: trate de evitar a los mozos y “captadores” de los distintos locales que seguramente saldrán a buscarlo para ubicarlo en su local. Lo mejor es tratar de imitar lo que hacen los montevideanos que visitan el mercado: se acomodan en la barra de cualquiera de los restaurantes (todos tienen similares precios y calidad) y le van pidiendo directamente al maestro parrillero el corte deseado. ¡Un lujo!
En el bar Los Beatles se habla de fútbol, a ratos de política, de mujeres o de lo que surja. La mejor manera de captar el espíritu de Montevideo.
Si lleva varios días en Montevideo y las parrillas lo tienen algo saturados, una buena alternativa es el recién abierto Lucca, un pequeño restaurante ubicado en el Paseo Sarandí donde sus dueños y chefs, Ignacio Gamio y Sebastián Martin, ofrecen diariamente a la hora de almuerzo una alternativa de pasta (hecha en el local), otra de carne, otra de pescado y un risotto. Todo con productos frescos que llegan por la mañana al restaurante. Recomendamos sus raviolones de calabaza y mozzarella, además de su bife ancho con salsa de vino y papines a la manteca. ¿Algo más? Sus postres, algunos de inspiración italiana y otros típicos rioplatenses.
Dejando de lado la comida, un sitio que vale la pena es el Museo del Carnaval, ubicado justo al lado del Mercado del Puerto. Funciona muy bien como un breve paseo (ya que no es muy grande) para hacer hora para almorzar o, de lo contrario, estirar un poco las piernas tras comer. En un galpón que alguna vez fue destinado a bodegas del puerto y que durante los años de la dictadura militar uruguaya fue un cuartel policial, se inauguró en 2006 con el objetivo de mostrar el origen del carnaval montevideano –el más largo del mundo, según sus habitantes– y sus famosos ritmos de murga y candombe. Funciona de lunes a domingo.
Para cerrar una visita a esta hermosa zona de Montevideo, es indispensable parar en la esquina de las calles Cerrito con Pérez Castellano, donde se encuentra el bar Los Beatles. Un sitio pequeño y que no está incluido en ninguna guía turística, pero que es una auténtica picada de barrio. Su clientela está conformada por una mezcla de empleados del puerto, jubilados y uno que otro turista que entra por un café, una cerveza o un whisky barato con hielo y algo de soda (muy bebido en este tipo de lugares). Y ésa es la gracia, porque aquí no hay postales ni nada, sólo vida diaria. A ratos se habla de fútbol, a ratos de política, de mujeres o de lo que surja. Como cualquier bar en cualquier parte del mundo. Y eso, al menos a nosotros, nos gusta mucho. •••
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Muy cerca de ahí…
En las inmediaciones de la Plaza Independencia, por donde se suele ingresar a Ciudad Vieja, hay un par de lugares que viene bien visitar. El primero es el Teatro Solís (Buenos Aires 678), principal escenario de la ciudad y hogar de la Filarmónica de Montevideo. Hace un par de años fue totalmente remodelado, lo que se puede apreciar en las visitas guiadas que varias mañanas por semana se pueden realizar; algunas incluso tienen actores que recrean ciertos hechos históricos de Uruguay.
Cerquita de ahí, en la esquina de las calles Ciudadela con San José, está el bar Tasende, que con más de cien años de antigüedad es famoso por su pizza “al tacho”. Es decir, una masa que sólo lleva queso mozzarella, sin nada de salsa de tomates. Imperdible. Además, la fainá que preparan –extremadamente delgada– también anda muy bien. La verdad es que el lugar es algo lúgubre y los mozos bastante malas pulgas. De hecho, casi nos expulsan del recinto por tratar de tomar una foto para esta nota. Aún así, el Tasende es un clásico de Montevideo.

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