Tras el acuerdo alcanzado con la UE y dependiendo de las medidas que hoy entregará el Gobierno, el país heleno está inmerso en diferentes escenarios como consecuencia de las negociaciones.
La negociación entre Grecia y Eurogrupo, que llegó a un acuerdo el pasado viernes tras extender por cuatro meses la ayuda financiera al país helénico, sigue sin tener un desenlace concreto ya que la entidad que agrupa a los 19 ministros de Finanzas de la Unión Europea pidió una serie de medidas estructurales que ayer domingo fueron enviadas para perfilar una reforma final prevista para ser enviada hoy. Teniendo en cuenta estos antecedentes, Grecia aún duda si se resolverá la crisis en el que está inmerso desde 2010. De ser así, el país se enfrenta a tres posibles escenarios: 1. Si el Gobierno griego cumple con las exigencias de los acreedores y presenta una lista aceptable de reformas y planes de ahorro, el actual programa de ayudas es prolongado hasta finales de junio y los controles de los próximos meses también marchan de forma positiva, como consecuencia, los mercados financieros respirarían aliviados y también las cúpulas políticas que se oponen al giro que pretende dar el Primer Ministro griego, Alexis Tsipras.
La extensión del programa de rescate le permitría a Grecia obtener otros créditos y se alejaría la posibilidad de una cesación de pagos. Se podría negociar con calma un nuevo programa que sustituya al actual, aunque Tsipras y su partido de izquierda Syriza no lo tendrían fácil dentro de su país porque incumplirían promesas muy concretas que hicieron durante la campaña electoral. 2. Si el Gobierno interpreta el acuerdo del viernes de forma diferente a los acreedores y presenta una lista de reformas y planes de ahorro que éstos consideran inaceptable, habría que reiniciar las negociaciones. Como consecuencia habría que convocar una cumbre especial de jefes de Estado y de gobierno, algo que de hecho habían pedido los griegos antes del encuentro del Eurogrupo para el caso de que fracasara el diálogo. 3. Si el ejecutivo cambia de opinión y declara nulo lo negociado y si de parte del resto de naciones del euro tampoco hay concesiones, ambas partes entran en un camino de incierto final y serían posibles tanto la cesación de pagos como incluso la salida de Grecia de la eurozona ("Grexit").
En caso de default, Atenas intentaría conseguir que los acreedores renunciaran a parte de sus exigencias. Pero el gobierno de Tsipras tendrían aún menor margen de maniobra política y financiera que ahora. Si el país se decide por abandonar la Eurozona y volver a adoptar el dracma (moneda oficial hasta 2002), la nueva divisa devolvería la competitividad al país, pero a la vez, al verse fuertemente devaluada frente al euro y al dólar, haría mucho más caras las importaciones y las deudas. En esa situación, lo más probable es que los griegos opten por llevarse aún más capital que ahora de los bancos, lo que podría llevar al sistema al colapso. La nueva moneda encarecería al principio las importaciones y por tanto el costo de vida de los griegos. En el peor de los casos, el gobierno tendría dificultades para pagar los servicios sociales, las jubilaciones y los salarios de los funcionarios.
Fuente: Emol.com
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