Resumen
El crecimiento mundial seguirá aumentando en 2015 y 2016, aunque lentamente y de forma muy heterogénea. En particular, anticipamos un crecimiento global que pasaría del 3,3% en 2014 al 3,6% en 2015 y 3,8% en 2016. Las economías desarrolladas, de la mano de EE.UU, aumentarán su contribución al dinamismo mundial, mientras China continuará desacelerándose de forma controlada.
Presentación “Situación Latinoamérica. Primer trimestre 2015″
Una de las principales novedades del panorama económico en los últimos meses ha sido la corrección a la baja del precio de las materias primas, que impulsó la volatilidad en los mercados financieros de la región. La caída ha sido especialmente intensa en el caso del petróleo, y se anticipa persistente en los próximos trimestres. Tendrá un impacto negativo pequeño en el crecimiento de la región en su conjunto, pero será muy desigual por países y significativamente negativo en el caso Colombia, o México o Brasil (Recuadro 1). Esta corrección de los precios de las materias primas también impactó en la disminución de los precios de los activos en la región, así como en la depreciación de los tipos de cambio, a la que también contribuyó la expectativa del aumento de los tipos de interés por parte de la Fed a mediados de 2015. Hacia delante, anticipamos que la volatilidad en los mercados financieros continuará, en un entorno de divergencia entre las políticas monetarias de EE.UU y la zona del euro.
En este contexto externo menos favorable, revisamos a la baja las previsiones de crecimiento de América Latina, que esperamos que vayan aumentando lentamente, del 0,8% en 2014 al 1,5% en 2015 y 2,4% en 2016. Esta revisión a la baja se concentra especialmente en Brasil y Colombia. En el primer caso por factores como el ajuste macroeconómico puesto en marcha por la nueva administración de Dilma Rousseff, la crisis energética y la caída de los términos de intercambio, mientras que en el caso de Colombia se produce por la reducción del precio del petróleo. Con todo, tanto el aumento del crecimiento mundial —y, especialmente, el dinamismo en EE.UU— como el fuerte impulso a la inversión del sector público en los países andinos (Colombia, Perú y Chile) serán los principales factores detrás de la recuperación del crecimiento regional en los próximos dos años.
América Latina seguirá mostrando mucha heterogeneidad, destacando el mayor crecimiento de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) frente al promedio regional. En particular, anticipamos un aumento del crecimiento de la Alianza desde el 2,6% en 2014 al 3,6% en 2015 y 3,8% en 2016, más en línea con su potencial. De hecho ya se habría observado un aumento del dinamismo en la Alianza del Pacífico en el cuarto trimestre de 2014. Esto contrasta con el práctico estancamiento de Mercosur en 2014, que se espera continúe durante 2015 y la primera mitad de 2016. Por países, serán precisamente los de la Alianza del Pacífico y Paraguay los que mostrarán un mayor dinamismo en 2015. Destacará, en particular, el fuerte aumento del crecimiento en Perú (2,4 puntos porcentuales más que en 2014), México (1,4pp adicionales) y Chile (1,3pp). Por otro lado, aunque el crecimiento en Colombia será 1,2 pp menor que en 2014 seguirá siendo uno de los más dinámicos de la región (ver tablas de previsiones en la sección 8 para el detalle de las previsiones por país).
Los menores precios de las principales materias primas de exportación condicionan un empeoramiento tanto de los saldos fiscales como externos en la región. Con mucha heterogeneidad, la caída de precios del petróleo afecta negativamente el saldo exterior en Colombia, Brasil y México, pero es un elemento positivo en Argentina, Perú, Chile, Uruguay y Paraguay. Con todo, la caída de precio de otras materias primas —especialmente los metales— ahonda en efecto negativo en Brasil y modera el efecto positivo en Chile y Perú. Los déficits exteriores de la región empezarán a mejorar ya en 2015 y 2016 a pesar de unos peores términos de intercambio y de un crecimiento más moderado en China.
En general, la vulnerabilidad exterior de la región se mantiene acotada, si bien aumenta por la menor inversión directa extranjera (en buena medida por las perspectivas de menores precios de las materias primas), que en muchos países ya no llega a cubrir completamente las necesidades de financiación externa como en el pasado reciente. Por el lado fiscal, tanto los menores precios de las materias primas como la debilidad de la demanda interna también pesarán sobre los ingresos fiscales. Con todo, algunos países que han implementado reformas tributarias (Chile, Colombia) como otros que aprovecharían la coyuntura para una reducción de los subsidios a la energía (Argentina) o un ajuste generalizado de precios administrados (Brasil) amortiguarían parte de este efecto.
En general, la presión sobre la inflación disminuye en la región, en los países cuyos bancos centrales mantiene objetivos de inflación, por la debilidad cíclica y por la caída de los precios del petróleo. La principal excepción será Brasil, donde el ajuste fiscal en marcha implica también un aumento de los precios administrados, que se suma al traspaso a los precios de la fuerte depreciación experimentada en los últimos trimestres. También en Uruguay se mantendrán tasas de inflación por encima o en la parte alta del rango objetivo del Banco Central. Por último, en Colombia se observará una cierta presión sobre la inflación en el corto plazo como consecuencia del traspaso de la fuerte depreciación experimentada en los últimos meses, aunque se espera una convergencia al objetivo de inflación a finales de 2015 y en 2016. En general, las expectativas de inflación permanecerán bien ancladas, especialmente en los cuatro países de la Alianza del Pacífico.
Por su parte, salvo en México, los bancos centrales tendrán un sesgo más laxo en sus políticas monetarias, por la debilidad cíclica y, en los países andinos, también por la menor presión de la inflación. De este modo, anticipamos que se producirían reducciones adicionales de los tipos de interés oficiales en 2015 en Colombia, Perú y Chile, en un contexto de demanda interna aún débil, producción por debajo del potencial y escasas presiones sobre la inflación. La situación es distinta en Brasil, donde el tono de la política monetaria es más restrictivo que hace tres meses, en un esfuerzo por recuperar la credibilidad de sus políticas económicas, pero en todo caso tampoco en ese país se anticipan aumentos de los tipos de interés en consonancia con el aumento esperado por parte de la Reserva Federal en el tercer trimestre de este año. La principal excepción a este desacoplamiento en las políticas monetarias frente a la Reserva Federal sería México, donde la sincronización del ciclo económico con el de EE.UU llevaría a un ajuste monetario paralelo.
Este desacoplamiento de las políticas monetarias respecto a la Reserva Federal sería uno de los factores que contribuirá a una depreciación de los tipos de cambio en la región en 2015 y 2016. La subida de tipos de interés por parte de la Fed tendrá como consecuencia una reducción de los flujos de capitales a la región y presiones sobre los tipos de cambio de América Latina, incluso si coincide con un programa de expansión cuantitativa por parte del Banco Central Europeo (Recuadro 2). A pesar de esto, la disposición de los bancos centrales a desacoplarse de la senda de tipos de interés de la Reserva Federal en 2015 obedecerá no sólo a la desaceleración y el anclaje de la inflación mencionados anteriormente, sino también a una mayor disposición a permitir que el tipo de cambio sirva de ajuste y amortiguador frente al shock externo. Esta mayor disposición a permitir ajustes del tipo de cambio se deriva de unos reducidos coeficientes de traspaso de una depreciación a la inflación, así como la visión de que un debilitamiento del tipo de cambio no generaría pérdidas excesivamente grandes al sector corporativo no financiero que se pueda haber endeudado en moneda extranjera. Con todo, la falta de información completa (especialmente, pero no exclusivamente, en Perú y Colombia) sobre el grado de exposición al tipo de cambio del sector corporativo no financiero aconseja cierta cautela sobre este punto de posible vulnerabilidad en la región (Recuadro 3).
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