2013/12/26

El candidato que seduce a empresarios y quiere quitarle el puesto a Dilma Rousseff

Fue ministro de Lula da Silva, es crítico de la gestión de la actual mandataria y de la manera en que ella ha “alienado” al sector privado.

Para algunos brasileños, especialmente en el mundo empresarial, Eduardo Campos, tiene todos los atributos para ser un buen presidente. Nieto de un reconocido político, es lo suficientemente de izquierda para atraer a los pobres de Brasil, pero está ansioso por complacer a las grandes empresas y es un convencido de los beneficios del libre comercio. Es un crítico de la mano dura en la economía de la presidenta Dilma Rousseff, pero ha prometido no hacer grandes cambios en las políticas. 

El gobernador del pobre, pero floreciente estado de Pernambuco ha perfilado una amplia agenda diseñada para atraer a ambientalistas, inversionistas extranjeros, sindicatos y virtualmente cualquiera que esté harto de la desaceleración económica de los últimos tres años. 

Le resta importancia a las encuestas que lo dejan en el tercer lugar con el apoyo de solo 10%, y predice que las cifras crecerán a medida que la elección presidencial de octubre se acerca y más gente lo conoce, un escenario que varios analistas creen posible.

“Lo más importante que el próximo presidente debe hacer es recuperar la confianza del mercado y de la comunidad empresarial”, comentó Campos, líder del Partido Socialista Brasileño (PSB), a Reuters en una entrevista reciente. 

Pero tener una oportunidad no será fácil para él. 

Rousseff tiene un alto nivel de aprobación. Las encuestas muestran que ella podría ganar con más del 50% de los votos, lo que le permitiría ir a una segunda vuelta con Campos o el candidato que va segundo en los sondeos, el senador Aecio Neves del centrista Partido Social Demócrata.

João Augusto de Castro Neves, analista del think tank Eurasia Group, dijo a Reuters que competir contra una presidenta popular haría dudar a Campos si la critica directamente a medida que intenta atraer a la amplia coalición que necesita para ser electo.

Campos también fue ministro de Ciencias y Tecnología bajo el mandato de Luiz Inácio Lula da Silva, su mentor. Él ha comentado que su partido dejó la coalición gobernante porque Rousseff se ha alejado de las políticas pragmáticas que caracterizaron el gobierno de Lula, el que atrajo a sindicatos y otros representantes de izquierda, pero también mantuvo a los líderes empresariales felices y pudo ser conservador en política monetaria y otras áreas. 

De hecho, la principal crítica de Campos a Rousseff es su estilo de manejo y la manera en que ella ha “alienado” al sector privado. Él señala como grandes errores la misión del gobierno para obligar a bajar las tasas de interés en 2011 y recortar los precios de electricidad en 2012; el primero afectó los balances de los bancos y avivó la inflación, mientras que el segundo causó grandes pérdidas a las compañías de electricidad. 

Campos pudo haber enturbiado un poco las aguas ideológicas en octubre cuando cerró inesperadamente una alianza con Marina Silva, la popular ambientalista ex candidata presidencial y que como él fue ministra de Lula,y que ha sido muy crítica de Rousseff. 

No obstante, su apoyo aún tiene que causar un importante salto en las cifras de Campos en las encuestas, mientras que sus seguidores en las grandes empresas ahora temen que la influencia de Silva podría llevarlo a adoptar una posición más “verde” y que no desarrolle políticas que a ellos les gustaría. Sin embargo, la mayoría de los ejecutivos que se han reunido con Campos en sus frecuentes viajes a Sao Paulo, parecen admirarlo.



Vasta experiencia política


Muchos de ellos citan su extensa experiencia política, que comenzó en 1988 a los 21 años cuando se unió a su abuelo Miguel Arraes, un ícono de la campaña pro democracia cuando la dictadura terminaba a fines de los ‘80. Fue jefe de gabinete cuando Arraes fue gobernador de Pernambuco y ganó un escaño en la legislatura del estado. 

Campos también ha ganado elogios por su estilo de manejo, al estilo del sector privado, de Pernambuco. 

La economía del estado ha crecido a una tasa promedio de 5,1% desde que Campos se convirtió en gobernador en 2007, frente al 3,7% promedio nacional. 

“Tiene una situación muy favorable, pero también tuvo la capacidad de tomar ventaja de eso”, afirmó Ricardo Essinger, vice presidente de FIEPE, una asociación industrial de Pernambuco.

Otra de las señales de que podría ser percibido como una amenaza es que durante los últimos tres meses varios integrantes de gobierno de Rousseff han comenzado a hablar de él en conversaciones privadas. Rara vez mencionan a Neves. 
El ser de Pernanmbuco, al norte del país, podría ser una bendición para Campos en las elecciones. Su gran popularidad podría permitir robarle votos a Rousseff en una región que ella ganó con facilidad en las últimas elecciones, lo que incrementa las opciones de una segunda vuelta. 

Además, se espera que la economía brasileña registre un lento crecimiento el próximo año, lo que podría jugar a favor de Campos, especialmente si el desempleo comienza a elevarse, aunque él dice que no está apoyándose en ese escenario. 

“No necesitamos que el país empeore para ganar una elección. Tenemos nuestro propio plan”, sentencia Campos. 

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