Diego Martínez Burzaco
El comportamiento de un inversor bursátil promedio es, sin dudas, un caso
de diván. Cuanto mayor es la euforia en los mercados, y por ende los
riesgos, más ganas evidencia de comprar acciones a cualquier precio. En
oposición, en los momentos de pánico y ausencia de señales alentadoras
(seguramente el momento ideal para comprar a bajos precios), acelera las
ventas de las últimas tenencias que tiene en su portafolio.
Una de las principales causas que explican lo anterior es la ausencia del
adecuado manejo de las emociones, un rasgo fundamental para atravesar con
éxito los vaivenes cortoplacistas de los mercados.
En este sentido, la situación actual de las Bolsas estadounidenses nos
invita a ser cautelosos y manejar las emociones adecuadamente.
Veamos por qué…
El tradicional índice Dow Jones se encuentra en su máximo nivel
histórico.
Adicionalmente, el índice de las principales 500 empresas de Estados
Unidos, S&P 500, también se ubica en su punto más alto de la historia a
pesar de que los analistas han recortado la proyección de las ganancias
corporativas para el cuarto trimestre del año.
Y, finalmente, el índice de acciones tecnológicas más importante, Nasdaq,
está a tan sólo un 16% respecto del máximo nivel exhibido en enero de 2000,
un instante previo a que se registrara la corrección de la peor burbuja de
la historia para este mercado.
Para que usted tenga una idea de cuán fuerte fue el impacto sobre este
mercado, en menos de 12 meses el índice Nasdaq perdió un 60%, generando la
quiebra de más de 4.854 empresas entre 2000 y 2003.
Precisamente sobre este tipo de compañías es que quiero centrar el
análisis. En tiempos donde las compañías de redes sociales están saliendo
masivamente a Bolsa, algunos comienzan a poner en tela de juicio si no se
está entrando en una nueva etapa de exuberancia irracional con estas
firmas. El puntapié inicial fue la salida a bolsa de Facebook (NASDAQ: FB) en
mayo de 2012 y la atención actual está centrada en Oferta Pública Inicial
de Twitter (NYSE:
TWTR).
¿Es posible que estemos ingresando en una nueva burbuja tecnológica?
Veamos qué sugiere el gráfico del Nasdaq:
Desde el punto de vista del análisis técnico, la reciente suba del Nasdaq,
si bien ha sido importante, no se muestra tan vertiginosa como la
evidenciada en el año 1999 y que culminó en los primeros meses de 2000.
Cuando analizamos algunos indicadores técnicos concretos, el índice Nasdaq
hoy se encuentra por encima de la media móvil de 50 y 200 ruedas. Esto sugiere
que la suba parece consistente pensando en el mediano plazo, al menos desde
el punto de vista de este tipo de valuación.
Sin embargo, el incremento del índice Nasdaq previo a la burbuja también
era sustentable considerando los indicadores técnicos, por lo que no
podemos circunscribir la idea de ausencia de burbuja en la actualidad
considerando solamente este mecanismo.
Cuando analizamos los fundamentos económicos, las señales también nos
muestran que la suba de las acciones tecnológicas poco tiene que ver con la
burbuja gestada en 1999 y que explotó un año después.
En lo que va del año, la salida a Bolsa de nuevas firmas tecnológicas no
llega ni al 10% de las que se verificaron hace 14 años, lo que sugiere que
no hay una sobreoferta de las mismas.
Cuando analizamos la actitud del inversor sobre estas nuevas OPI (Ofertas
Públicas Iniciales), se observa una cautela extrema: en promedio, mientras
que las acciones tecnológicas subían un 87% durante su primer día de
cotización en Bolsa en 1999, en la actualidad la mejora promedio llega a
26%.
Y eso no es todo: sólo una de las empresas duplicó su valor en su primer
día en 2013. En 1999, fueron 114 firmas las que atravesaron este proceso.
En términos de la calidad de las empresas que salen a Bolsa, la diferencia
es sustantiva: la mediana de la edad de las “nuevas” empresas que salen a
Bolsa es de 13 años en la actualidad, cuando previo a la burbuja era de 4
años. Asimismo, para ese período la relación Precio/Ventas de las OPI era
de 26,5 veces, mientras que el 84% de estas firmas no eran rentables. Hoy,
esos ratios se ubican en 5,6 veces y 66%.
Como observamos, la evidencia empírica muestra que la palabra burbuja poco
tiene que ver con la realidad de las empresas tecnológicas en el presente,
aunque esto no nos deslinda de elegir en esta industria una acción
equivocada.
No todo lo tecnológico es sinónimo de inversión rentable. En mi opinión,
hay acciones muy caras y otras muy baratas.
El próximo gran evento es la OPI de Twitter. Entérate aquí de todo lo que
tienes que saber sobre este acontecimiento en nuestra investigación
especial de la Revista InversorGlobal
de este mes. Te recomiendo no quedarte afuera.
Que tengas una buena semana de inversiones,
Diego.
P.D.: Si quieres compartir opiniones o ideas de inversión, te invito a
seguirme en Twitter: @diegomb80.
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