2013/10/29

La Mala Fama de los economistas y los Premios Nobel

Antonio ReyesDesde hace más de seis lustros, la economía y los economistas han arrastrado una mala fama.

En algunos casos por sus fallidas políticas públicas y previsiones sobre el futuro inmediato y, en otras más, por sus teorías y argumentos contrapuestos para explicar y solventar un mismo problema económico.  Esto ha hecho que desde la sabiduría popular se diga que de dos economistas discutiendo pueden salir al menos tres explicaciones sobre un mismo tema.  
Tal visión, una vez más, ha quedado públicamente aireada con la reciente asignación del Premio Nobel de economía.  Especialmente al serle otorgado simultáneamente a Eugene Fama, de la Universidad de Chicago, y a Robert Shiller, de la Universidad de Yale, además de a Lars Peter Hansen, también de la Universidad de Chicago.  Así, el New York Times encabezó la noticia de la asignación del Premio Nobel con el título de “Los Economistas Chocan sobre la Teoría, pero Compartirán Aún el Nobel” (October 14, 2013)
De manera más aguda, The Financial Times dijo que premiar simultáneamente a Fama y a Shiller era como “dar el premio de física conjuntamente a Tolomeo por su teoría de que la tierra es el centro del universo y a Copérnico por demostrar que no lo es.”  Bajo esta comparación Fama representaría a Tolomeo, afirmando que la ciencia económica gira en torno a los mercados eficientes, en tanto Shiller encarnaría a Copérnico, sosteniendo que los mercados eficientes representan realmente una menor e insignificante porción del universo (The Inefficient Market Hypothesis, NANCY FOLBRE, The NYT, October 21, 2013).  Los comentarios mediáticos sobre Hansen han estado casi ausentes, dado su árida especialidad de formulación de modelos de medición de precios de activos financieros.
Las controversias teóricas se dan en todas las ciencias y el conocimiento avanza conforme se presentan problemas o anomalías que las teorías dominantes no pueden explicar.  Obviamente, en las ciencias sociales, como la economía, las controversias científicas pueden tener una mayor carga ideológica que en las ciencias naturales, como es la biología Aunque sería de esperarse que los hechos puedan falsear determinada visión teórica, ello no es regla para definir el conocimiento socialmente aceptado.  Aún hoy, la teoría de la evolución de Darwin es contravenida “científicamente” en Estados Unidos (USA), hasta el extremo de estar prohibida su enseñanza en ciertos Estados de la Unión Americana.
Las visiones contrapuestas de Fama y de Shiller se anclan en la vieja controversia teórica entre el monetarismo, anidado en la Universidad de Chicago, y el Keynesianismo, que con la crisis financiera internacional ha sido extensivamente revivido.  La primera visión parte de que los mercados operan racionalmente, per se, particularmente en materia monetaria, por lo que la intervención activista del gobierno es innecesaria, pudiendo resultar hasta perjudicial.  La posición de Keynes fue que la acción del gobierno era necesaria, primordialmente a través del gasto público, cuando la economía enfrentara situaciones recesivas. 
La visión monetarista ha sido la base primaria para las teorías que han justificado la desregulación de los mercados y la keynesiana para justificar la necesidad de ordenarlos.  Las políticas económicas, así generadas han infligido, en muchos casos, grandes daños a la sociedad.  Como ha sucedido con la crisis financiera y el boom de vivienda que le antecedió, relevantemente en USA.  Es en este contexto en el que se juzga pública y laxamente las ideas relevantes de Fama y la impugnación de Shiller. 
En esencia, Fama argumentó hace más de treinta años, a partir de sus estudios sobre el precio de los activos en bolsa, que los mercados eran eficientes.  “La teoría del mercado eficiente sostiene que toda la información actualmente disponible ya está incorporada en el precio de las acciones comunes (u otros activos)” (Macroeconomía, Paul A. Samuelson y Willian D. Nordhaus).  Bajo este supuesto, toda nueva información es rápidamente absorbida por los participantes del mercado y reflejada en los precios. 
A esta conjetura llegó Fama después de tratar de predecir el comportamiento de los precios de la bolsa de valores, sobre la que en su momento Keynes dijo que era como un concurso de belleza.  La conclusión de Fama fue que el movimiento del precio de los activos no podría ser vaticinado porque los precios reflejaban totalmente toda la información disponible, información que puede ser positiva o negativa de sobre o subvaluación de los activos.  Con tal supuesto, es lógico inferir, como Fama ha dicho recientemente, que no es de esperarse que la bolsa o los activos experimenten una burbuja de precios.
La teoría de los mercados eficientes surgió en un momento en que el concepto de la información económica era ya teóricamente debatido.  Joseph Stiglitz contravino la idea de los “mercados perfectos” señalando que la información podría ser imperfecta y George Akerlof lo hizo enfatizando que la información podría ser asimétrica; ambos recibieron el Nobel de Economía en 2001.  Por lo que el viejo ideal de los mercados perfectos fue cuestionado casi al mismo tiempo que lo era la conjetura contemporánea de los mercados eficientes. 
Sin embargo, las ideas políticamente orientadas a la existencia de un menor estado habían comenzado a conjuntarse con las políticas económicas justificadoras de una menor regulación pública.  Tal proceso, que arrancó a fines de los 1970’s, finalmente culminó con la crisis financiera y económica actual, que parece no tener visos de terminar.
Shiller desde el inicio del 2000 predijo que la “exuberancia irracional” de la bolsa anunciaba claramente una burbuja financiera que habría de desembocar en una crisis de considerable envergadura.  Esta predicción Shiller la presentó, en su momento, al Presidente anterior de la Reserva Federal (FED), Alan Greenspan; lo que lo llevó a escribir en 2000 el libro de difusión Exuberancia Irracional.  En el enfatizó la volatilidad del mercado financiero y la dinámica de los precios de los activos, especialmente referida a la burbuja del mercado de valores, por las empresas de tecnología, identificadas como “punto com”.  El libro después fue actualizado, a la luz inicial de la burbuja hipotecaria y del aumento del precio de los bienes inmuebles en USA.
A partir de una medición específica del fenómeno hipotecario, Shiller abordó la crisis de las hipotecas chatarras (subprime) en su libro “El Estallido de la burbuja: Como se llegó a la crisis y como salir de ella”.  De esta manera, el comportamiento especulativo del mercado y la conducta irracional de sus actores lo llevó a emprender sus análisis desde el punto de vista de la “economía conductual” (behavioral economics).
Sin duda, en la economía conductual es donde radica teóricamente la mayor aportación de Shiller para explicar el comportamiento de los mercados y de sus actores.  Tal contribución queda plasmada en su libro “Animal Spirits: Cómo influye la psicología humana en la economía”.  El libro fue escrito conjuntamente con Akerlof y recoge la expresión de “Animal Spirits”, usada por Keynes en su obra la Teoría General del Empleo, el interés y el Dinero para explicar ciertas conductas de los inversionistas y consumidores que desatan las recesiones.
Shiller ha indicado que su esposa, Virginia M. Shiller, psicóloga profesional, lo ha orientado para explicar ciertas conductas económicas que desde el punto de vista convencional de ésta ciencia parecen inexplicables.  Así, su contribución a la ciencia económica ha podido hacer una clara síntesis de la economía con la psicología, que ha sido una preocupación microeconómica del comportamiento de los consumidores.  Con ello, Shiller ha dando un gran empuje concreto a la economía conductual que aborda el estudio de los efectos de los factores sociales, de conocimiento y emocionales sobre las decisiones económicas de los individuos y las instituciones. 
Las diferencias teóricas ente Fama y Shiller son menores de lo que los comentaristas puedan pensar.  Shiller ha dicho que coincide con Fama en que el comportamiento de los mercados en el corto plazo no se puede predecir, por lo que la teoría de los mercados eficientes es mitad cierta.  En lo que no coincide, ha declarado, es que no haya burbujas financieras.  Shiller cándidamente opina de Fama, casi diez años mayor, que “Es como tener un buen amigo quién es un devoto creyente de otra religión.  Tú puedes aprender mucho de un amigo como ese, aún si tu no oras en su iglesia” (Economix, The NYT, October 19, 2013).
Los hechos económicos demuestran que los mercados no son totalmente eficientes, en el concepto de Fama, por lo que la regulación de los mismos es necesaria, a fin de evitar daños económicos generales, que terminen afectando al conjunto de la sociedad.  En especial, Shiller ha enfatizado la necesidad de regular los mercados financieros.  Hoy tal posición va en armonía con la visión de Fama en materia de la gobernanza, al argumentar que los trabajadores están más comprometidos con la eficiencia y la existencia de la empresa que los propios accionistas.
La conveniencia de una sana regulación que fomente la competencia y la eficiencia económica es aceptada por tirios y troyanos, aunque en ciertos lares los economistas pretendan conducir el barco de la economía a puerto seguro, pero sin timón en plena tormenta internacional.

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