A mediados de la semana pasada la noticia de la renuncia de Steve Jobs a la presidencia ejecutiva de Apple, hoy por hoy en la cima del mercado en materia de capitalización bursátil...
A mediados de la semana pasada la noticia de la renuncia de Steve Jobs a la presidencia ejecutiva de Apple, hoy por hoy en la cima del mercado en materia de capitalización bursátil, reabrió un debate que ya había asomado con ocasión de las informaciones que en el pasado dieron cuenta en distintos momentos de su complicado estado de salud. La pregunta de fondo es cuánto puede golpear a Apple el distanciamiento de Jobs y si la empresa podrá mantenerse a la vanguardia de la innovación tecnológica.
Más allá de la respuesta puntual a este caso, que es imposible de determinar de un día a otro y menos por la forma en que se ha dado la transición en Apple en los últimos años, lo que queda sobre la mesa es que la innovación y el talento humano son atributos valiosos. No se trata de cuantificarlos, como han aventurado algunos analistas en este caso, sino de ponerlo en la parte alta de la lista de prioridades de la empresa moderna. Hay estudios que confirman que los activos intangibles representan hoy la mayor parte del valor de una compañía (a diferencia de lo que ocurría hace pocos años cuando los activos fijos eran más relevantes), y dentro de ellos el talento y la vocación innovadora son especialmente fundamentales.
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