El país “tiene el mayor potencial económico y las mejores empresas y trabajadores de la Tierra”, según Obama.
Por Renato García Jiménez
Estados Unidos emergió de la Segunda Guerra Mundial como el paradigma y motor del crecimiento económico global, y así se mantuvo durante décadas... hasta hoy. Ahora, la mayor economía del planeta parece sumida en una nube negra, que oscurece su panorama.
El anémico crecimiento de 1,3% registrado en el segundo trimestre, fue corregido a la baja el viernes a tan sólo 1,0%.
A comienzos de agosto, la agencia Standard & Poor’s desató el pánico al retirarle la máxima calificación de crédito AAA por primera vez en su historia. Y la firma advirtió además que el país probablemente demorará varios años en recuperarla.
Desde la rebaja de la nota, el mercado bursátil más inestable de la historia de EEUU ha visto una destrucción de valor equivalente a US$ 1 billón (millón de millones) en el índice S&P 500.
Aunque la mayoría de los expertos aún descarta una nueva recesión, varias consultoras y centros de estudios están elevando las probabilidades de que esto ocurra. Martin Feldstein, profesor de Harvard y miembro del panel del NBER tradicionalmente encargado de marcar los ciclos económicos de EEUU, calcula una probabilidad de 50% de una segunda contracción. Y en cualquier caso, si se libra de una recaída, sólo le espera un prolongado período de estancamiento. Bill Gross, fundador de PIMCO, el mayor fondo de inversiones en bonos del mundo, acuñó la frase “la nueva normalidad”, para expresar que en adelante y por un buen tiempo lo habitual será ver un crecimiento por debajo del promedio y un elevado desempleo. David Rosenberg, ex economista jefe de Merrill Lynch, se refirió a EEUU recientemente como “un solo y enorme bache”.
Y no son sólo los datos económicos, también hay un elemento sicológico detrás. Según una encuesta de Thomson Reuters/Universidad de Michigan, la confianza de los hogares se hundió en agosto a su nivel más bajo desde 1980. Y la imagen de EEUU se ha deteriorado a nivel internacional, debido a la “parálisis política” de Washington que estuvo a punto de empujar al país a un default. Tras el acuerdo para elevar el techo de la deuda, que evitó el colapso a último minuto, el Herald Tribune tituló “A los ojos del mundo, el daño ya está hecho”. Y figuras tan reconocidas, como el ex economista jefe del FMI, Kenneth Rogoff, prevén que la resistencia a incrementar el límite del endeudamiento se convirtió de manera definitiva en un arma de presión que seguirá obstruyendo el debate legislativo.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, no tuvo reparos en calificar recientemente a EEUU como un “parásito” que se alimenta de la economía mundial y “de su monopolio sobre el dólar”.
Sólidos fundamentos
Pero, ¿cuánto de este deterioro representa una verdadera y profunda erosión de los fundamentos económicos del país y cuánto es más bien un daño superficial? En respuesta al recorte de deuda de S&P, el presidente Barack Obama aseguró que los problemas que afronta el país tienen una solución relativamente sencilla.
“Los mercados suben y bajan, pero esto es Estados Unidos. No importa lo que una agencia diga, siempre hemos sido y siempre seremos un país AAA”, aseguró. Días más tarde volvió sobre el mismo tema agregando que “todo el mundo sabe que Estados Unidos es el país que tiene el mayor potencial económico, las mejores empresas y los mejores trabajadores de la Tierra”.
Y no deja de tener razón.
EEUU es aún por lejos la mayor economía del planeta. Con un Producto Interno Bruto de US$ 14,1 billones en 2010, representó por si sólo 23,29% de la producción global, frente a los US$ 5,87 billones que produjo China, la segunda economía del mundo. EEUU superó a los 17 países que integran la zona euro combinados y prácticamente triplicó el PIB de toda América Latina y El Caribe juntos. Aunque ocupa el séptimo lugar a nivel mundial en cuanto a PIB per cápita, si se ajusta por Paridad de Poder de Compra salta al cuarto, con US$ 47.300.
El mejor de la clase
La potencia norteamericana es el mayor importador del orbe y el tercer exportador, a pesar de que 90% de su producción está destinada al consumo interno, uno de los rasgos que mejor define a las economías desarrolladas.
EEUU ha alcanzado un nivel post industrial, donde el sector servicios representa dos terceras partes de la economía, y las manufacturas aportan sólo con un tercio. Sin embargo, sigue siendo una potencia industrial, y en los últimos años la actividad de las fábricas ha crecido más de 80% debido a la mecanización y al aumento de la productividad.
Según un informe de Naciones Unidas los trabajadores estadounidenses eran en 2007 los más productivos del mundo. Aunque en el reporte de 2009 cayeron al tercer lugar, la productividad aumentó 4,1% en 2010, su mayor avance desde 2002.
Medida como un todo, la economía era la más competitiva del mundo en 2008, según el ranking de World Economic Forum, y aunque ha cedido posiciones, se mantuvo dentro de las cuatro primeras en el último reporte de 2010.
Gran parte de su liderazgo en esta materia tiene que ver con su capital humano, y en eso es clave la educación. De las 100 mejores universidades del mundo, prácticamente la mitad están ubicadas en ese país. La inversión en investigación y desarrollo que se realiza en los centros públicos y privados del país, representa un tercio del US$ 1,2 billón que todos los años se gastan a nivel mundial en este ítem, y es más del doble de lo que invierten China o Japón.
Y la demografía también juega a su favor. Con 300 millones de habitantes, EEUU tiene una población mucho más joven y dinámica que cualquiera de las demás potencias.
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