Bordeando la recesión y sin señales de repunte inmediato. Éste es el diagnóstico que hace de la situación local el economista y asesor del grupo Tantauco de Sebastián Piñera, Juan Andrés Fontaine.
Aunque insiste que hacer predicciones en estos momentos es “como tratar una epidemia para la cual no hay un historial clínico previo”, el también presidente de la Bolsa Electrónica advierte que lo que sugiere la última cosecha de datos es que la economía global está ingresando a un periodo de estancamiento largo.
“Las heridas que esta crisis ha provocado en el sistema financiero del mundo desarrollado son demasiado profundas, y la desorientación de las expectativas y la pérdida de confianza en el modelo capitalista son muy fuertes. Y no advierto todavía las fuerzas que puedan provocar un repunte”, advierte.
Por lo mismo, espera un periodo largo con crecimiento muy lento. “Aunque creo que la economía mundial pronto tocará fondo, no estoy viendo un rebote rápido. El estancamiento mundial tiene cara de ser para largo”, sostiene.Una situación de la que Chile no se podría desacoplar aunque quisiera.
“Estamos entre los países más damnificados de América Latina, quizás peor que Brasil y Perú. Pensábamos que íbamos a tener mayor capacidad de resistencia, pero estamos bordeando la recesión”, insiste.-
¿Hubo error de cálculo?-
No lo atribuyo a las decisiones adoptadas por las autoridades (Hacienda y Banco Central). Han estado certeros en el juicio de lo que está pasando en la economía mundial, y han actuado con gran celeridad y coraje, aplicando políticas cuya orientación central es correcta.
- Entonces, ¿cuál sería la razón?-
Ya por 10 años nos acoplamos demasiado al ritmo de la economía mundial. Eso no es necesariamente propio de una economía abierta y exportadora como la nuestra.
Y ha caído fuertemente la confianza en la capacidad de crecimiento de la economía chilena porque hay mucho pesimismo a nivel mundial. Últimamente, crecimos gracias a una bonanza externa y a altos precios del cobre, que permitieron una política de fuerte gasto público y endeudamiento privado asociados a este optimismo. Y eso terminó abruptamente en septiembre con la caída de Lehman Brothers.
- ¿Cómo superar este desánimo?-
Están las medidas de emergencia, como el recorte de 250 puntos en la tasa de interés que hizo el Banco Central -aunque todavía falta ajustar la tasa en unos 150 puntos adicionales-, la inyección de liquidez a plazos más largos para evitar nuevos apretones y dejar la flotación cambiaria funcionar.
También está el plan de US$ 4 mil millones que anunció el Fisco, que tiene la gran virtud de haber sido una reacción rápida al deterioro mundial. Pero si en realidad estamos viviendo el ingreso a un periodo de prolongado estancamiento en el mundo, tenemos que pensar en la capacidad de sostener la demanda a mediano plazo.
Eso nos exige reforzar la competitividad de las exportaciones, para vender bien incluso en un mundo que crece poco. El actual ritmo de expansión fiscal -cerca de 10% real- no es sostenible más que por un par de años y su financiamiento empuja el dólar hacia abajo.
Si bien el diagnóstico de las autoridades ha sido acertado en cuanto a la magnitud de la situación externa, no estoy seguro de que lo sea en cuanto a su probable duración.
- ¿Por qué el gobierno no tendría esa visión de mediano plazo?-
En Chile, a través de esta sensación térmica tan negativa, se ha perdido la fe en la capacidad de que el crecimiento mundial sea nuestro principal motor de desarrollo.- ¿Pero está a tiempo de hacerlo?- Debió haber empezado hace mucho tiempo.
Fue un error confiarnos en que esta economía estaba ya en su grado máximo de eficiencia.- ¿Fue por soberbia?- Fue una mezcla de autocomplacencia y la percepción de las dificultades políticas de hacer las reformas necesarias para crecer en base a nuestras propias capacidades.
Tengo fe de que hay una agenda que puede hacer la diferencia. Y si bien muchos economistas en torno a la Concertación creen lo mismo, no le atribuyen tanto mérito y no ven necesario el esfuerzo de pagar el costo político de hacer estas reformas.
- ¿Como evalúa el actual debate de la intermediación estatal o roles de responsabilidad con la banca?-
En todo el mundo los gobiernos están poniendo presión a los bancos. Pero hay que sentarse a entender bien por qué los bancos, cuyo negocio es prestar, están hoy con menos disposición a hacerlo. Respecto a la propiedad estatal de las empresas, este debate importado de Estados Unidos está absolutamente fuera de lugar.
Allá la necesidad de incorporar capital estatal es por la percepción de que las administraciones tomaron decisiones que causaron los problemas. Está bien que para los casos excepcionales en que deba el Estado actuar de empresario se requiera ley.
- El gobierno no quiere ver más empresas liquidando empleos y propone esta figura para ayudar a firmas en crisis.-
Si las leyes laborales chilenas no son lo suficientemente flexibles para encarar caídas transitorias de la actividad económica en buena forma, se verá en el Congreso. Pero la intervención estatal per se no soluciona el problema.
“Cuidado con la tentación de agradar a los dirigentes sindicales a costa de los desempleados”
- Por ser un año electoral, ¿el tema laboral será un problema?-
En este momento, yo tendría sumo cuidado de iniciar cualquier cosa que se perciba como un encarecimiento artificial de la mano de obra a través de fortalecimientos de la posición negociadora de los sindicatos.
Un mero debate de una iniciativa legal semejante puede conducir a más despidos de los que inevitablemente habrá.
- Un mayor desempleo justificaría que los sindicatos adquieran mayor relevancia.-
Cuando la dirigencia sindical ha tomado posiciones antisistema, en la práctica ha quedado un poco fuera del debate y eso no es bueno.
Pero que artificialmente se fortalezcan las posiciones sindicales en una huelga, sería nefasto. La experiencia la tuvimos para la crisis asiática.
Bajo el gobierno de Eduardo Frei se elevaron violentamente los salarios mínimos reales y se debatió durante el año electoral (1999) un conjunto importante de reformas laborales pro sindicatos.
Todo eso fue en parte responsable de la sorprendente alza de la tasa de desempleo. En todo el gobierno de Ricardo Lagos el desempleo se mantuvo porfiadamente alto, aún con la bonanza externa. Hay que tener cuidado con la tentación política de agradar a los dirigentes sindicales a costa de los desempleados.
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