Barack Obama, el recién electo presidente de los EE.UU,, no esperó el ascenso a su cargo para intervenir en la crisis que afecta al sector automotriz del país.
Fuentes familiarizadas con el asunto informaron que el futuro mandatario está presionando al congreso estadounidense para aprobar antes de fin de año un préstamo por US$ 50.000 millones para la industria y además pidiendo el nombramiento de un “zar” que supervise a las firmas que soliciten crédito, medidas que requieren el apoyo del presidente George W. Bush.
Además, según dijeron consejeros de Obama a Bloomberg, éste también quiere que la Fed extienda créditos de emergencia a General Motors, Ford y Chrysler, las tres automotrices más grandes del país. La intervención del demócrata se habría decidido debido a que sus asesores económicos están convencidos de que si GM no recibe una ayuda financiera en el corto plazo, quebraría antes de fines de enero.
Sin embargo, la aprobación del rescate no será fácil. Además del respaldo de Bush, Obama necesita el apoyo del congreso y hoy los demócratas no tienen los votos suficientes para aprobar el plan.
La excepción de Obama
Intervenir en las conversaciones sobre como salvar a GM es una excepción para Obama, que se había apegado hasta ahora a su convicción de que “sólo puede haber un presidente a la vez”.
Pero el colapso de las grandes automotrices estadounidenses podría impactar dramáticamente a la industria estadounidense, provocando un profundo golpe psicológico.
“La industria automotriz es demasiado grande como para dejarla caer” dijo Nariman Behravesh economista jefe de IHS Global Insight. “La administración de Obama puede esperar hasta el 20 de enero para tratar otros asuntos, en éste necesita moverse con rápidez”.
En esa misma línea ayer el director ejecutivo de Chrysler, Robert Nardelli dijo que la firma está en crisis y necesita ayuda federal urgente. “Será muy difícil atravesar este mal momento”, dijo Nardelli quien aseguró que Chrysler no podrá asumir la crisis sin asistencia financiera.
El riesgo de que GM quiebre antes de fin de año, en caso de no recibir ayuda estatal, ha crecido en los últimos días luego que su acción cayera bajo los US$ 3 esta semana a su menor nivel en más de sesenta años. Además Goldman Sachs anunció ayer que suspenderá la calificación para la firma, agregando que ésta necesita US$ 22.000 de ayuda federal para sobrevivir.
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