Las claves
- El procesamiento de Boudou y el posible impago de la deuda cuestionan el deseo de Cristina Kirchner de tener un final de gobierno sin sobresaltos.
(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-.Cristina Kirchner busca desde principios de año evitaracabar su mandato como un “pato cojo” y que una buena gestión en sus últimos meses se convierta en una punto de apoyo para una hipotético regreso a la presidencia en 2019. Esos dos objetivos de supervivencia política están hoy en día más lejos que nunca de conseguirse.
Tras las legislativas de 2013, el pasado octubre, el horizonte político de Cristina Kirchner cambió. Ya no perseguía el sueño de una nueva reelección, con reforma constitucional incluida, sino sobrevivir políticamente y proyectarse hacia el futuro (es decir, regresar en 2019 a la Casa Rosada).
Sobrevivir políticamente se resumía en manejar la agenda de gobierno casi hasta el día de la entrega del mando y tener influencia en la elección del candidato oficialista.
Proyectarse para el futuro incluía evitar que un enemigo político entrara en la Casa Rosada (especialmenteSergio Massa) y abandonar el poder por la “puerta grande” eludiendo “huidas” del estilo de Raúl Alfonsín en 1989 o Fernando de la Rúa en 2001.
Acuerdos como los alcanzados con Repsol o el Club de París iban en esa dirección: volver a inserta a Argentina en el mundo y conseguir el acceso a financiación internacional.
Como explicara Federico Poli en el diario El País, “Argentina se acercaba peligrosamente a una crisis de balanza de pagos con inflación elevada y recesión. A principios del año 2014, las nuevas autoridades económicas tomaron medidas para evitar ese escenario. Así, decidieron: devaluar el peso un 23%, relajar algo el cepo al dólar, absorber parte de la oferta excedente de dinero con letras del Banco Central subiendo las tasas, retirar parcialmente los subsidios a los servicios públicos (que no se produjo) e intentar sincerar las estadísticas oficiales y enmarcar las negociaciones salariales”.
“Además, -continúa Poli- se acordó el pago de la indemnización con Repsol (ocurrida hace dos años), el pago de la deuda con el Club de Paris y el acatamiento de laudos en el marco del CIADI, luego de años de desconocimiento. Estas medidas, que no resuelven los problemas de fondo, pueden evitar un agravamiento de la situación económica y permitir que las elecciones presidenciales de 2015 se realicen en un entorno ordenado”.
El derrumbe de la esperanza kirchnerista
En una semana todo ha cambiado. La decisión del juez Griesa en Nueva York y el procesamiento del vicepresidente Amado Boudou han supuesto dos serios golpes a la estrategia política de Cristina Kirchner.
A día de hoy Cristina Kirchner afronta un panorama complicado para conseguir salir airosa y “por la puerta grande” de la Casa Rosada por cuatro motivos:
1-. No tiene un candidato fiable a quien apoyar como sucesor.
Se va a ver obligada a respaldar a Daniel Scioli (a quien en su fuero interno desprecia) debido a la soledad política que se ha creado a su alrededor y a la ausencia de figuras de peso dentro del kirchnerismo.
Y Scioli en la Casa Rosada no es garantía de casi nada para el kirchnerismo, al menos a medio plazo.
2-. El procesamiento de Boudou golpea de lleno a Cristina Kirchner
Elegir a Amadeo Boudou como vicepresidente fue una decisión exclusivamente suya. El procesamiento de su vice le deja golpeada ante la opinión pública y dentro del peronismo. Todo ello le resta fuerza política para ser decisiva a la hora de escoger a su candidato.
Jorge Fernández Díaz en el diario La Nación señala que “el desenlace del caso Boudou, por su parte, constituye efectivamente la crónica de un fallo anunciado. No se puede acusar al Gobierno de completa pasividad. Se ocupó con ahínco en defender lo indefendible y en tapar los hechos de corrupción… Podría (la presidenta) haberle pedido a Boudou que solicitara licencia y saliera del foco de atención para así defenderlo con menos presiones públicas. Eso le habría recomendado cualquier profesional de la política, por ejemplo, la mayoría de sus ex jefes de Gabinete. En licencia, el procesamiento habría llegado como una ola que viene cortada y sin tanta fuerza y estruendo. Habría significado un cimbronazo político, pero seguramente con menos costos de los que se pagarán ahora”.
3-. La sentencia del juez Griesa ha sido un golpe muy duro para la credibilidad de Argentina en el exterior.
Ha echado una sombra de duda sobre el país, que de nuevo corre riesgo de caer en el impago.
Todo indica que Cristina Kirchner privilegiará la racionalidad y hará todo lo necesario para evitar un default que tendría graves consecuencias para el país y su propio gobierno.
Pero el daño a la imagen del país ya está hecho.
“Amén de su inconveniencia política y económica crece ahora, en el frente externo, la idea de que el fallo de Griesa es altamente cuestionable desde la pura lógica jurídica. Pero tampoco se explica en el mundo cómo el gobierno de Cristina permitió que el grave problema de los holdouts llegara tan lejos y le explotara en la cara; cómo puede ser que no haya obturado ese orificio cuando había dólares y cómo es posible que estemos de nuevo inmersos en un laberinto de pesadilla”, comenta Fernández Díaz.
4-. El gobierno, gracias a las medidas de corte ortodoxo que puso en marcha en febrero ha contenido la crisis pero no ha detenido la inflación ni el deterioro productivo.
Como apunta Ricardo Kirchsbaum en el diario Clarín, “la recesión ya es una realidad en la economía argentina. Y es de tal magnitud que hasta el INDEC la admite. El derrumbe de la actividad industrial, las suspensiones y despidos que el fenómeno provoca, y la inflación, que ya ha sido incorporada como una consecuencia “no deseada” luego de haberla negado con obcecación y contumacia. La emisión de dinero es sostenida porque el gasto público no se detiene… En ese cuadro preocupante, que prueba que una parte del ajuste ortodoxo frena la economía, precisamente lo contrario de lo que el Gobierno pregona en público, hay que agregar que los índices de pobreza y de indigencia no son difundidos por los responsables de las estadísticas oficiales”.
Así pues, Cristina Kirchner tiene por delante un año difícil hasta las elecciones primarias de agosto y la presidenciales de octubre, que inicia con pesados lastres (“caso Boudou” y “caso fondos buitre”) que van a lastrar sus objetivos de mantener intactos su fortaleza y su futuro político.
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