José Ángel Gurría, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), acudió al Foro Iberoamérica Empresarial, que organiza el diario español Expansión, con un análisis nítido sobre la crisis financiera y la recesión mundial.
De hecho, planteó que “en los próximos seis meses, sólo nos esperan malas noticias, es el curso inevitable” de un credit-crunch “inédito e incomparable, incluso, con el Crash de 1929, porque en esta ocasión afecta a un sistema financiero global con un desarrollo tecnológico sin parangón”.
En opinión del ex ministro mexicano, “la turbulencia actual es como el ébola, un virus perverso y fulminante por su rapidez, que ya ha reducido a la mitad el valor de las bolsas de México, Sao Paulo y Shangai”, tres de los grandes centros financieros en mercados emergentes que, además, “hicieron en el pasado especialmente bien sus deberes de ortodoxia fiscal y monetaria, según el consenso de Washington”.
Y, además, con “políticas comerciales abiertas y atractivo inversor”. Para el personero de la OCDE, el cierre del grifo crediticio, con recesión galopante, repunte de desempleo y hundimiento del sector inmobiliario –los epicentros de este tsunami–, han dejado varios hechos diferenciales.
“Ahora, no se puede llamar a la puerta de las potencias industrializadas, ni a las instituciones multilaterales porque la crisis financiera ha arraigado en los primeros, mientras los segundos reclaman su recapitalización”, explica.
El otro gran escollo es la duración estimada, con un 2009 en números rojos, un 2010 con una tibia reactivación y un 2011 para el que “no se puede dar ninguna estimación seria”.
Gurría señala sin discusión a “la alta radioactividad crediticia”, que ha provocado “una atmósfera de desconfianza en el negocio interbancario”, como el auténtico ojo del huracán de un círculo vicioso que ha trasladado la crisis subprime norteamericana a las economías reales y ha encendido la mecha de las tensiones sociales.
“Sólo en la órbita de la OCDE, el número de desempleados ha repuntado entre 8 y 10 millones”, mientras organismos como la OIT hablan de 50 millones en todo el mundo; de ellos, 26 millones en China, casi todos en áreas rurales. Latinoamérica, en este contexto, lucha por evitar la recesión.
“Aún no hay evidencias de ella, pero indudablemente, está en peligro”, reconoce Gurría, que pone como ejemplos las “caídas trimestrales superiores a tres puntos de algunas economías de la región” de un calado “enorme”.
Para el máximo ejecutivo de la OCDE, el riesgo de contagio latente en América Latina “se ha producido pese a las buenas prácticas económicas” de la última década, y puede propiciar dos daños colaterales.
De un lado, “una reacción de frustración e incredulidad” y, por otro, “las consecuencias que la parálisis de sus economías puede ocasionar en “sociedades sin estabilizadores automáticos en materia democrática, con estructuras institucionales frágiles que se podrían debilitar todavía más con recesión y alza del paro”.
Sin embargo, Gurría confía en que Latinoamérica sortee este escenario. Entre otras razones porque, por vez primera en su historia, “el 75% de su PIB conjunto ha adquirido el grado de inversión internacional”. Pero, además, por la consolidación de los regímenes flexibles de los tipos de cambio monetarios y el avance en la independencia de sus bancos centrales.
Al menos en sus mercados más liberados: México, Brasil, Chile, Perú o Colombia. Aun así, Gurría apela a la cuatela porque, a su juicio, “la lógica perversa generada por bancos que no prestan y economías que no caminan y, por tanto, tampoco crean empleo se está generalizando”.
Vuelta a la disciplina fiscal Para el ejecutivo, las respuestas originarias de los bancos centrales -con inyecciones de liquidez de los bancos centrales a las entidades financieras, asunción de deudas, rebajas de tipos- y de los gobiernos -con programas de estímulo que, en ocasiones rozan o superan el 5% del PIB como los de EEUU, Japón o China-, “han dado paso a déficit desbordados”.
La solución ante este retroceso presupuestario está en la Alemania de Merkel. “La canciller reconoció que los planes de estímulo que ha puesto en marcha no eran de su agrado, y que lo hacía para afrontar un escenario excepcional”. De ahí que la Gran Coalición de Berlín impulsara casi de inmediato -dice- “una enmienda constitucional que obliga a volver a la disciplina fiscal nada más se supere la inestabilidad”, por mandato legal.
Esta maniobra “añade credibilidad al mercado, que entiende que el exceso de deuda y gasto del país se corregirá con avidez, una vez se deje atrás la turbulencia”.
Gurría también ofreció una doble receta. Las apuestas por la I+D+i y por las energías renovables. “No son nunca gastos superfluos, sino estímulos anticipados en sectores estratégicos y de futuro” que generarán empleo. Eso sí, se cuidó en salud, al decir que “sus opciones de éxito dependerán de que no quiebren más bancos”.
Porque “interrumpen estos avances”, como sucedió en Reino Unido con Royal Bank of Scotland y previamente con Nothern Rock, en Irlanda con otras tres entidades y en Alemania, con Commerzbank.
O la incertidumbre en EE.UU., donde se apostó todo el plan de rescate a los activos heredados de origen tóxico y se saltó la capitalización bancaria que ahora se plantea, con US$ 350.000 millones, el actual secretario del Tesoro.
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