2015/05/18

“Las intuiciones de la presidenta son un tanto relativas”

Belisario Velasco cuenta detalles desconocidos de su experiencia como ministro del Interior en la primera administración de Bachelet y desclasifica algunas claves de su personalidad.
Por: María José López
Fotos: Verónica Ortíz
belisario
Recuerdo perfecto el día en que la presidenta me llamó. Iba camino a Cachagua con mi mujer, en la cuesta El Melón, y sonó el teléfono: ‘Belisario, habla la Michelle’. Yo pensé que era mi hija menor, la Anita María, que es muy bromista, y le dije: ‘Qué quiere, ¿me va a ofrecer algún cargo?’ Y me respondió: ‘Belisario, sí, habla la Michelle’. Entonces, yo seguí: ‘Sí, Anita, dime nomás’. La conversación continuó: ‘Belisario, habla la presidenta de la República’. Y ahí le reconocí la voz. Me contó que le había pedido la renuncia a Andrés Zaldívar y que quería que lo acompañara en Interior. Mi mujer entonces detuvo el auto y me dijo: ‘Tienes que decir que sí’. ‘Encantado, presidenta’, contesté”.
La historia la cuenta Belisario Velasco: eran las cinco de la tarde del viernes 14 de julio de 2006 y la presidenta le dio a su recién nombrado ministro su primera orden: “Preséntate a las siete de corbata y oscuro en el salón Montt Varas porque va a ser el cambio de gabinete”. El dirigente de la Democracia Cristiana dio la vuelta a la carretera y a las 19:00 hrs, juró como secretario de Estado.
Han pasado casi 9 años del episodio que lo tuvo por 19 meses ocupando la cartera más importante del Gobierno. Desde su oficina en la Torre Santa María desclasifica pasajes de la primera administración Bachelet, desentraña su estilo y dilucida el trasfondo del cambio de gabinete.
-La presidenta toma las decisiones sola. ¿A qué lo atribuye?
-En mi caso no lo habló con nadie de mi partido. La Soledad Alvear estaba que trinaba porque el candidato de ella era Edmundo Pérez Yoma. Ella opera así: es una persona que quiere ejercer su cargo de presidenta en su totalidad. El régimen actual es presidencialista, entonces ella no tiene que pedirles permiso a los partidos para hacer sus cambios. Tiene algunas personas, que las llaman orejeros, que son de su absoluta confianza: se junta con ellos, hacen análisis y toman sus decisiones. Y ninguno de ellos ha dicho: “Yo le dije a la presidenta tal cosa, y no me hizo caso. O “esto lo propuse yo”.
-¿Quiénes son esas personas?
-Están Ana Lya Uriarte y Estela Ortíz. Antes era Peñailillo. Él era de la confianza absoluta de la presidenta: de todos los ministros de Interior que hemos trabajado con la presidenta, Peñailillo es el que ha contado con la mayor confianza.
-¿Jorge Burgos sí la tiene?
-Pienso que la presidenta le tiene mucha confianza.
-Entiendo que él no era un “enamorado” del programa de gobierno, y ha hecho ver diferencias, por ejemplo, sobre la gratuidad universal de la educación. ¿Dónde podrían surgir las primeras discrepancias?
-La Nueva Mayoría estaba de acuerdo con el programa en su totalidad: reforma tributaria, reforma educacional, reforma constitucional. Incluso en la derecha había quienes aprobaban el programa en los términos como estaba anunciado. Pero ya traducido el título a la letra chica, cambia la cosa y hay discrepancias. Yo creo que Jorge Burgos y el nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, tienen la capacidad y la intención de que esto se haga gradualmente y tratando de captar lo que realmente requiere la oposición para compatibilizarlo con el programa y con lo que se está enviando al Congreso. Ambos son las personas más adecuadas para este efecto y me congratulo de que la presidenta sin preguntarle a nadie, sin pedirle permiso a nadie, haya nombrado a estas dos personas.
-¿Por qué la presidenta se inclina por los DC para ministros de Interior?
-Le gustan los DC porque le dan cierta confianza... No es que no seamos ni chicha ni limoná… pero no vamos a salir con un domingo siete. Piensa que los DC somos gradualistas para los cambios, somos partidarios de reformas, no de revoluciones.
“Ella es desconfiada, pero cuando su confianza la deposita en una persona, lo hace absolutamente. Entonces, en su oportunidad creyó en Andrés Velasco como aquí creyó en Peñailillo”.

Círculo de Hierro

-¿Fue complicado ser un ministro de Interior que no contara con la confianza de la presidenta?
-Eso fue uno de los problemas que tuve porque, en la práctica, había dos almas. Yo era el jefe político, el jefe de comité. Por otro lado, había un ministro que yo consideraba bastante neoliberal, Andrés Velasco… primo mío en segundo grado. Teníamos discrepancias de solución o de cómo encarar ciertos problemas, por ejemplo, con los trabajadores subcontratados del cobre de Codelco. En eso coincidí más con Osvaldo Andrade, entonces ministro del Trabajo, que con el de Hacienda. Y el ministro de Hacienda es el que maneja esto (mete la mano al bolsillo de su chaqueta y muestra su chequera)… Mis discrepancias fundamentales eran más que con la presidenta, con el ministro de Hacienda.
-Tuvieron diferencias por el Transantiago.
-El Transantiago fue un problema serio y la gota que rebalsó el vaso fue cuando Andrés Velasco obtuvo un préstamo del BID por 450 millones de dólares para pagar los costos y deudas del sistema. Me opuse tenazmente, pero la presidenta le dio la pasada a la posición de Andrés. El resultado fue que se declaró inconstitucional, pero yo ya me había ido.
-Cuando ella confía, ¿lo hace ciegamente?
-Así es. Está el ejemplo del Transantiago antes, y el de Caval en el presente. Ella es desconfiada, pero cuando su confianza la deposita en una persona, lo hace absolutamente. Entonces, en su oportunidad creyó en Andrés Velasco como aquí creyó en Peñaililo cuando él le daba información respecto a lo que sucedía en Caval.
-¿En qué se nota que la presidenta es desconfiada?
-Si hay un problema de medio a mayor, se lo encarga al ministro a cargo, pero también lo consulta con otro ministro y chequea los resultados. No se queda con una sola impresión.
-¿No hace caso a sus intuiciones?
-Las intuiciones son un tanto relativas, porque también obedecen a informaciones concretas que tuvieron de algunos ministros.
-¿Ve sola a la presidenta hoy?
-Creo que dentro de su gabinete hay varios ministros o ministras a las que ella les tiene mucha confianza y cariño. Burgos y Valdés, que van a ser los pivotes de éstos, son dos personas que han trabajado con ella. Sola no va a estar.
-Pero ya no va a estar Peñailillo que era su muro de contención.
-Peñailillo es su pensar político, su actuar político, la ha acompañado desde el principio. Creo que lo de Peñailillo le tiene que haber dolido mucho porque, indudablemente, era su hombre de confianza. Cuando yo era ministro, él era su jefe de gabinete y tenía depositada en él toda su confianza. Más confianza que en el resto del ministerio. Indudablemente, la vieja frase que dice que el poder va acompañado de la soledad es cierta.
-¿Usted se sintió excluido?
-Sí, me sentí excluido, más cuando rechacé el préstamo de los 400 millones de dólares para el Transantiago, porque consideraba que era inconstitucional.
-¿Cree que al ministro Burgos le puede pasar lo que le sucedió a usted?
-Creo que no, porque como le dije, en su primer gobierno había dos almas. Una humanista cristiana, la mía y la otra más liberal, que era de Andrés Velasco. Esas dos almas hoy no las veo. Pienso que Rodrigo Valdés no tiene ambición personal ni agenda propia. Burgos tampoco posee agenda propia. En cambio Andrés tenía agenda propia... No estoy peleado con él, pero si nos ponemos a hablar de política vamos a tener diferencias. Él dice hoy día que es de izquierda. A otro perro con ese hueso. Lo conozco bien.
-¿Se producen quiebres si sus hombres o mujeres de confianza hacen carrera propia?
-Así es… al amparo del que al buen árbol se arrima buena sombra lo cobija.
“Si se hace tarde en una reunión (la presidenta Michelle Bachelet), se para y manda a preparar algo y a los 20 minutos llegan sanguchitos y algo para tomar. Es una mujer que hace ese tipo de cosas”.

El estilo

-Se dice que a la presidenta le gusta salirse de protocolo, que hace bromas...
-Es así. Pareciera que es muy de códigos militares, pero tiene un carácter bromista, se ríe. Puede terminar una reunión cantando, y es muy entonada; o bailando, baila muy bien. Esto ocurría en reuniones político sociales, en Cerro Castillo, por ejemplo. Le gustaba mucho cantar con Nicolás Eyzaguirre, quien toca guitarra. Es muy humana. Y si se hace tarde en una reunión, se para y manda a preparar algo y a los 20 minutos llegan sanguchitos y algo para tomar. Es una mujer que hace ese tipo de cosas.
-¿Es cierto que había personas que se descolocaban con este tipo de informalidades? ¿Por ejemplo, Andrés Zaldívar?
-Andrés es bastante mayor que la presidenta y él buscaba una cosa más formal. Yo también soy mayor, pero mi formación es un poco diferente.
-¿A usted le gustaba este estilo de la presidenta?
-Lo encontraba humano, normal. Yo no asistí a ninguna reunión donde estuvo Andrés Zaldívar, pero después supe que él se sentía un poco descolocado con algunas expresiones de la presidenta. Pero no fue mucho tiempo: él estuvo tres meses y yo un año siete meses.
-¿Cómo fue el momento en que usted presentó su renuncia?
-A ella no le hizo ninguna gracia. Pero yo no tengo problema con la presidenta y mi decisión es apoyarla para que su gobierno sea un éxito y pueda cumplir su programa.
-¿Cómo plantea su enojo?
-Su enojo era decir “esto lo voy a resolver yo”. Ella resolvió muchos problemas a favor de Andrés Velasco. A pesar de ello, no terminamos peleados. En su campaña presidencial trabajé por ella y la apoyé sin ningún alarde. Andrés Velasco, en cambio, no la apoyó, y se planteó como candidato.
-¿De qué manera actúa en las reuniones con ministros?
-Toma nota y está permanentemente escribiendo en un cuaderno. Iba llenando cuadernos. Ella sabía perfectamente lo que había dicho cada ministro y las tareas que había encargado. Y después, al siguiente comité consultaba su cuaderno y seguía con otro. Siempre tomaba notas de las reuniones.
-¿Cuál cree que es su mayor debilidad hoy?
-Creo que debe estar muy dolida por lo que sucedió con su hijo y con su hijo político, y le va a costar entregar su confianza absoluta a terceras personas.  •••
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Las boletas y los escándalos

-Usted en su minuto dijo que el manejo de Caval había sido acertado de parte del Gobierno. ¿Qué piensa ahora?
-La verdad es que en estos casi cinco meses hubo omisiones y deficiencias en el trato del problema. Era muy difícil por ser de quién se trataba y no se supo proyectar la importancia que iba a tener en la política chilena.
-¿Cómo evalúa la actuación del ex ministro Peñailillo frente a los casos recientes?
-No dio a conocer medidas que el país esperaba. Piense que tenemos 1.123 empresas que han pagado facturas o boletas (supuestamente para financiamiento político). De ellas, sólo SQM tiene 1.200 facturas o boletas. La lógica indica que ni Julio Ponce ni Patricio Contesse estaban diciendo: “Este joven, hijo de tal persona, qué inteligente es, le voy a encargar un informe sobre la importancia del ingreso de Ucrania a la UE”. Qué le interesa eso a SQM. Lamentablemente, ahí está metido Jorge Pizarro. Yo creo que los agraciados con esas platas las fueron a pedir. No creo que SQM fue a buscar a 1.200 personas para ofrecerles dinero. No resiste el menor análisis.
-¿Debiera salir Pizarro de la presidencia DC?
-Yo propuse que mientras no se aclarara esta u otras facturas donde pueda estar involucrado directa o indirectamente, sería mejor que asuma el cargo Fuad Chaín. Perdimos una buena oportunidad para que la DC mostrara al país cuál es su valor ético y moral y cuál es la conducta que tiene que seguir un democratacristiano.
-Ha sido muy crítico con el caso Penta. ¿Es difícil para usted el que sus hijas –socias de Extend– estén asesorando a dicha empresa?
-En materia de comunicación, las empresas tienen que buscar lo mejor que hay en el mercado, así como en los casos penales tienen que buscar a los mejores abogados. Y que hayan contratado a Extend, habla bien de mis hijas. No me complica en absoluto.
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El nuevo gabinete

-Hay quienes leen el cambio de gabinete como un triunfo para la DC y una derrota del PS. ¿Lo ve así?
-No es el triunfo de ningún partido. Pienso que el PS no sale derrotado, porque la presidenta es socialista y ella es la que tiene el mando sobre todos los ministros. Y el que haya un ministro del Interior DC es una manera de equilibrar. Dada la situación que existía en el país, pienso que fue una buena decisión política. Hay una alegría en la DC. En ausencia del presidente, el que lo reemplaza es el ministro del Interior.
-¿Un guiño al centro?
-La personalidad del nuevo ministro del Interior es buscar la gradualidad. A Burgos lo he visto actuar buscando acuerdos, no cerrándose en que el Gobierno tiene la verdad, conversando con todos los sectores e incluso buscando la rectificación de algunas medidas.
-¿Peñailillo no?
-Peñailillo no tenía la ventaja de Jorge Burgos, que es una amplia red de contactos no sólo en los partidos de la Nueva Mayoría, sino que en la Alianza entera. Tiene una virtud: su opinión no sólo es la de él, sino que ya ha pasado el cedazo de muchas opiniones. Eso no lo tenía Peñailillo.
-¿Y la salida de Álvaro Elizalde, qué le parece?
-Fue un buen ministro, una persona muy correcta. No tenía responsabilidad en lo que estaba sucediendo, no metió las patas ni tuvo caídas, pero era el vocero de una política que hoy día debe cambiar. Tiene que haber otro rostro para el discurso. Ésa es la razón de fondo.

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