El Banco de la Reserva de Australia dio ayer un sorpresivo golpe y anunció un recorte en la tasa de interés de un cuarto de punto a 1,75%, su menor nivel de la historia. La autoridad atribuyó la primera rebaja de los tipos en un año a los esfuerzos por combatir la deflación y dejó la puerta abierta a nuevas reducciones.
La decisión envió una onda de choque a través de los mercados globales de divisas y de bonos, particularmente en Asia, y a nivel interno hizo caer la moneda local y dio un empuje a la bolsa.
La acción fue un ejemplo de la receta que están recomendando los organismos multinacionales de un esfuerzo coordinado entre la política monetaria y fiscal. Poco después del anuncio del banco central, el ministro de Finanzas, Scott Morrison, presentó un presupuesto más expansivo para 2017, que contempla un déficit de
US$ 28.100 millones. El saldo negativo será utilizado para financiar un plan de estímulo, que contempla recortes de impuestos a las empresas y personas, aumentos en el gasto de infraestructura y un plan de empleo joven, entre una serie de otras medidas.
Pese al déficit, el secretario de Estado aseguró que “bajo un ambiente presupuestario desafiante el gobierno está tomando una opción responsable en su plan económico para apoyar el empleo y el crecimiento, en momentos en que Australia pasa del mayor auge minero de la historia a un crecimiento de base más amplia”.
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